“Seguidme y os haré pescadores de hombres” (cfr. Mt 4, 18-22). Jesús utiliza la figura de un pescador para graficar la misión encomendada por el Padre a Él y por Él a
La imagen usada por Jesús no es una mera imagen, ni el episodio que dio lugar a la imagen ha pasado o no se repite más. Esa misma situación –una barca al mando de un pescador que pesca peces en el mar- se materializa y concreta en
Pero al final de la pesca, algunos peces sirven y otros no; en la misma red, algunos están vivos y otros están muertos: es un símbolo de quienes han recibido a Jesús en su corazón y han dejado crecer su imagen en él: son quienes han vivido no una vida natural, sino la vida de la imitación de Cristo, por la gracia; los peces vivos son los peces que han configurado sus vidas a la vida de Cristo; los peces que no sirven, los peces muertos en la red, que son desechados, son las almas que han rechazado vivir la vida nueva de la Trinidad, infundida en el alma por Jesucristo.
La Iglesia es la misteriosa barca del evangelio, en la cual el Espíritu de Dios llama a la humanidad a través de la Red, Jesucristo. Jesús en la Eucaristía es la Red de la Barca en la cual el pez –el alma- puede permanecer y vivir de Él o, por el contrario, puede dejarse morir.
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