martes, 15 de octubre de 2013

"Ay de ustedes, fariseos, sepulcros blanqueados, que descuidan la justicia y el amor de Dios"

          

        "Ay de ustedes, fariseos, sepulcros blanqueados, que descuidan la justicia y el amor de Dios" (Lc 11, 42-46). Tanto los fariseos, como los doctores de la ley, se caracterizaban por su religiosidad y pasaban por ser hombres religiosos y cumplidores de la ley, pero al mismo tiempo, descuidaban aquello que fundamenta la religión: la compasión, la caridad, la misericordia para con el prójimo más necesitado. Es esto último lo que les reprocha Jesús: no les reprocha el cumplir la ley y sus deberes de religión, les reprocha el haber vaciado a la religión de su contenido más esencial, el amor y la compasión.
          Cuando una persona comete el error de los fariseos y los doctores de la ley, es decir, el de tomar la religión como si fuera una ocasión para eventos sociales, buscando solo la apariencia exterior y el ser alabados y admirados por los hombres, convierte a la religión en una caricatura de sí misma, en algo vacío e inconsistente, porque la religión -su práctica y su culto- es la expresión y manifestación del Ser divino trinitario, que es Amor en sí mismo. Como dice el evangelista Juan, "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8), y ese Amor que es Dios debe verse reflejado en el hombre, en el trato que el hombre dirige a Dios -y esto es el culto divino-, y en el trato que el hombre le dirige al hombre, a su hermano, una vez que ha tratado con Dios. Por la religión, el hombre re-establece -San Agustín dice que la religión es "re-ligare", "religar" a Dios con el hombre- la relación con Dios Uno y Trino, que es Amor; como consecuencia del restablecimiento de esa relación, el hombre se ve transformado en una imagen viviente de Dios-Amor y esa condición nueva de ser imagen viviente de Dios-Amor es lo que el hombre debe comunicar a su semejante. Esta es la razón por la cual la esencia de la religión es la caridad, la compasión, la misericordia, porque Dios Uno y Trino es Caridad, Compasión, Misericordia en sí mismo, y transforma al alma humana en algo similar a sí, cuando esta alma se le acerca y le permite que la transforme. Si alguien se dice "religioso", pero no es compasivo, ni misericordioso, ni obra la misericordia, como los fariseos y los doctores de la ley, entonces ese tal está falsificando la religión cristiana y está mostrando una versión caricaturesca, cínica y falseada de la verdadera religión. Ha reemplazado, en su corazón, al Amor de Dios, por el amor de sí mismo y en consecuencia, en vez de vida eterna, posee en sí mismo sólo muerte espiritual, que es lo que está significado por Jesús cuando les dice a los fariseos que son "sepulcros blanqueados".

          "Ay de ustedes, fariseos, sepulcros blanqueados, que descuidan la justicia y el amor de Dios". Si Jesús les reprocha a los fariseos, que no tenían la plenitud de la revelación, el olvido de la caridad, de la misericordia y de la compasión, mucho más habrá de reprocharnos a nosotros, el día de nuestro Juicio particular, el no haber manifestado a los demás su Amor, el Amor de su Sagrado Corazón, Amor con el cual nos alimentó día a día a través de la Eucaristía.  

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