jueves, 10 de marzo de 2011

Por qué tenemos que ayunar


"¿Por qué tus discípulos no ayunan?” (cfr. Mt 9, 14-15). Los discípulos de Juan, atados a la Ley Antigua, no pueden entender que los discípulos de Jesús no ayunen en los días establecidos por la ley. Jesús les explica la razón: los amigos del Esposo no pueden ayunar si el Esposo está entre ellos; ayunarán cuando el Esposo les sea quitado.

Con una sola frase, explica la abolición del ayuno del Antiguo Testamento, y justifica el ayuno cuaresmal del Nuevo Testamento: el Esposo es Él, y Él está todavía porque no ha consumado todavía la Pasión; "los amigos del Esposo", es decir, sus discípulos, ayunarán cuando Cristo suba a la cruz y de su vida en expiación de los pecados de los hombres.

Este pasaje es el fundamento por el cual la Iglesia toda ayuna en Cuaresma -y también en otros tiempos litúrgicos, pero con más intensidad den Cuaresma-: en este tiempo litúrgico, la Iglesia, por la fe y por la liturgia, y mediante la gracia, participa, de un modo misterioso pero real, de la Pasión del Hombre-Dios Jesucristo; participa, de un modo real, de su ayuno de cuarenta días en el desierto, de manera tal que la Pasión toda, y en particular, el ayuno de Jesús que se conmemora en Cuaresma, no se limita a un mero recuerdo piadoso, sino que consiste en una participación real, ontológica, al ayuno y a la Pasión del Señor, que se hacen actuales por el misterio litúrgico. Con su ayuno corporal –y su ayuno de obras malas, ante todo-, el cristiano perpetúa y prolonga, en el tiempo, el ayuno que Cristo realizó en el desierto, hace dos mil años. Y como el ayuno de Cristo fue un ayuno salvífico, también lo es el del cristiano.

“¿Por qué tus discípulos no ayunan?”, preguntan los discípulos de Juan, extrañados por el comportamiento de los discípulos de Jesús. "¿Por qué los cristianos ayunan en Cuaresma?”, pregunta extrañado el mundo, ante el precepto del ayuno cuaresmal de la Iglesia. Y la respuesta es que cada cristiano es otro cristo, que continúa su Pasión de amor a través de ellos. Cada cristiano que ayuna, es Cristo que continúa el ayuno de su Cuerpo real, a través del cuerpo físico de los bautizados, su Cuerpo Místico.

Cada cristiano que ayuna, es Cristo que con su ayuno y su Pasión salva al mundo y glorifica a la Trinidad.

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