miércoles, 28 de marzo de 2012

La Verdad os hará libres; el pecado os hará esclavos



“La Verdad os hará libres; el pecado os hará esclavos” (cfr. Jn 8, 31-42). No se trata de un juego de palabras, sino de una realidad ontológica. La Verdad libera al hombre porque el hombre ha sido hecho para conocer la verdad con su inteligencia y para amar al bien con su voluntad, y en esto encontrar su felicidad. Como en el Ser divino se identifican la Verdad Absoluta, el Bien infinito y la felicidad suprema, el hombre encuentra su máxima felicidad en el conocimiento y amor de este Ser divino, y debido a que el orden natural es un reflejo de la sabiduría y del amor divinos, el hombre encuentra su libertad y su felicidad en el conocimiento y amor de ese orden natural, expresado en los Mandamientos.
Cuando Dios le dice al hombre: “Ama a Dios y a tu prójimo”, y cuando le dice: “No matarás”, “No robarás”, “No cometerás adulterio”, etc., le está indicando, tanto por la vía positiva, como por la vía negativa, el camino a la felicidad. Si el hombre sigue el consejo, o más bien, el mandato divino, será libre, porque será máximamente feliz, ya que fue creado para el conocer la Verdad y amar el Bien, que es la finalidad que persiguen los Mandamientos.
Pero cuando el hombre, dando rienda suelta al misterio de iniquidad que anida en su corazón, producto de su participación en la rebelión demoníaca en los cielos, deja de lado a Dios y piensa, desea, actúa, como si Dios no existiera, entonces comienza a vivir el camino que lo conduce a la esclavitud del error y de la ignorancia.
Homomonio, divorcio exprés, adopción homosexual, fertilización asistida, alquiler de vientres, aunque sean presentadas como logros del progreso humano, constituyen gravísimas violaciones al ordenamiento divino, en donde se encuentran ausentes la Verdad y el Bien, y por lo tanto, la felicidad. Al intentar construir una sociedad sin Dios, el hombre se vuelve esclavo del error, de la ignorancia y del mal, y se dirige a un abismo irreversible de maldad, de tristeza, de dolor y de amargura.

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