“¡Hipócritas!
Saben discernir el clima, pero no los signos de los tiempos” (Lc 12, 54-59). La dura advertencia de
Jesús a sus discípulos, va dirigida también a nosotros: tanto ellos como
nosotros, sabemos discernir el clima, sabemos pronosticar si va a hacer calor o
si va hacer frío, si va a llover o va a estar seco, pero no sabemos –o más
bien, no queremos- discernir “los signos de los tiempos”. Y esta ignorancia
voluntaria merece un duro reproche por parte de Jesús, porque nos dice: “¡Hipócritas!”.
Esto quiere decir que no podemos excusarnos y mirar para otro lado, diciendo “no
sabemos cuáles son los signos de los tiempos”. Entonces, ¿cuáles son “los
signos de los tiempos” que debemos leer, si es que sabemos leer el tiempo
climático?
Basta
con observar someramente la realidad cotidiana y nos percataremos de que el
hombre ha construido, más que una sociedad, una civilización, no ya sin Cristo,
el Mesías, sino sin Dios: la inmensa mayoría de las leyes que rigen hoy a la
civilización humana, no tienen a Dios Trino por su origen y fundamento y
tampoco conducen a Él. Hoy el hombre ha construido una civilización a su
medida, según su pobre capacidad de razonamiento, dejando de lado a Dios, a su
revelación en Cristo Jesús y a su Ley, expresada en los Mandamientos, y es así
como ha aprobado leyes contrarias a la naturaleza y leyes que atentan contra la
vida humana, como la ley del aborto –sólo entre China y EE.UU., desde hace 50
años hasta acá, han muerto más de 450 millones de niños a causa del aborto; en
el caso de China, por la política de hijo único; en el caso de EE.UU., por el
caso Roe versus Wade, que liberalizó el aborto-, la ley de eutanasia, la FIV,
el alquiler de vientres, etc. Pero la civilización sin Dios se manifiesta
también en la aparición de un modo de vivir y de convivir entre los humanos,
que se acepta como “normal” o “natural”, cuando es totalmente contrario a la
Voluntad de Dios: la drogadicción desde muy jóvenes, el narcotráfico como modo
de vida, la violencia, la corrupción de costumbres, la pornografía, la guerra,
la avaricia, el odio entre pueblos hermanos, la violencia terrorista, y dentro
de la Iglesia, la aparición de cristianos paganos, es decir, de cristianos que,
habiendo recibido el Bautismo sacramental y la instrucción catequética, viven
en la práctica como neo-paganos, haciendo caso omiso de los Mandamientos de
Jesucristo y alejándose radicalmente de los sacramentos, constituyendo el hecho
más grave el olvido y la indiferencia hacia la Presencia real de Jesús en la
Eucaristía.
“¡Hipócritas!
Saben discernir el clima, pero no los signos de los tiempos”. El duro reproche
de Jesús debe hacernos reflexionar, porque si el mundo está así, es porque los
cristianos –empezando por los sacerdotes- no damos ejemplo de vida santa.
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