Jesús habla acerca de su Segunda Venida, su Venida en la
gloria, y describe cómo será el mundo en ese entonces: será como en los tiempos
de Noé y también como en los tiempos de Lot en Sodoma, todo aparentará ser
normal: con la gente “comprando y vendiendo”, “casándose”, “comiendo y bebiendo”,
“plantando y edificando”, es decir, llevando una vida despreocupada y del todo “normal”.
Pero un momento determinado, todo cambiará repentinamente y sin que nadie se lo
espere, sobrevendrá repentinamente un castigo universal que, a juzgar por la
cantidad de los que son llevados y la cantidad de los que son dejados –uno y
uno: de dos que estén en el lecho, uno será dejado y el otro llevado-, afectará
a por lo menos la mitad de la humanidad. La referencia a Noé y Lot significa que, cuando Jesús llegue, el mundo estará tanto o más corrupto que cuando sucedieron el Diluvio y la lluvia de fuego.
La
llegada de Jesús será repentina, fulminante, como un rayo que atraviesa el
cielo: “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el
occidente, así será la venida del Hijo del Hombre (Mt 24, 27)”; vendrá “como un ladrón” (Mt 24, 44) que ingresa en la casa del dueño cuando este menos se lo
espera. Para esta Segunda Venida en la gloria, debemos estar preparados,
vigilantes, como el siervo que espera el regreso de su amo en medio de la
noche: vestidos, es decir, en estado de gracia; ceñida la cintura, la vida
casta; con las lámparas encendidas, la luz de la fe en el Hombre-Dios
Jesucristo.
Por
último, Jesús da una señal para que estemos prevenidos, acerca de dónde
sucederá la Segunda Venida: “donde esté el cadáver, se juntarán los buitres”. El
cadáver, algo que está muerto, sin vida, es el Anticristo, un hombre poseído
por Satanás y discípulo directo suyo; los buitres, las aves que se alimentan de
carroña, son los hombres que siguen al Anticristo y se alimentan de sus
mentiras, de sus blasfemias, de sus sacrilegios. Jesús se dirigirá directamente
hacia donde se encuentre el cadáver rodeado de buitres, es decir, el Anticristo
rodeado por los hombres destinados a la eterna perdición.
Nadie
sabe cuándo sucederá, sólo Dios; mientras tanto, el cristiano debe esperar a
Cristo en su encuentro personal, es decir, en la hora de la muerte, porque allí
será conducido ante su Presencia para recibir el Juicio Particular y la
retribución –cielo o infierno- que mereció por sus obras hechas libremente.
“Donde
esté el cadáver, se juntarán los buitres”. Si los buitres, es decir, los
hombres seguidores del Anticristo, están junto al cadáver, el Anticristo,
entonces los cristianos, representados en las águilas, por la majestuosidad de
esta ave que simboliza la gracia, deben estar donde está Cristo con su Cuerpo
glorioso y resucitado, en la Eucaristía: “Donde esté el Cuerpo de Jesús
resucitado, allí estarán las águilas”. Por eso es que no hay otro lugar mejor para esperar la
Segunda Venida de Jesús que estar delante del sagrario, adorando a Jesús
Eucaristía.
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