“El
Reino de Dios está entre ustedes” (Lc
17, 20-25). Preguntan a Jesús “cuándo vendrá el Reino de Dios”, y Jesús
responde que no es un reino al estilo de los reinos terrenos, ubicados en
lugares geográficos determinados; no es tampoco visible, de manera que pueda
decirse que “está en determinado lugar”. Esto quiere decir que el Reino de Dios
es invisible, porque no puede ser detectado por los sentidos, y es de
naturaleza espiritual, no de naturaleza material y es por eso que no se puede
decir: “está en determinado lugar”. Para terminar de contestar la pregunta, Jesús
da una respuesta que sorprende al interlocutor: “El Reino de Dios está entre
ustedes”. ¿Por qué? Porque es la gracia la que concede al alma una vida nueva,
la vida de la gracia, que es la vida del Reino, precisamente, por eso dice
Jesús que “el Reino de Dios está entre ustedes”, o “en ustedes”, porque el que
vive en gracia participa de la vida del Reino de Dios, que es la vida misma de
Dios.
Estar
en gracia es tener ya al Reino de Dios en el alma, porque la gracia nos hace
partícipes de la vida del Reino, que es la vida de Dios y esto es lo que Jesús
quiere decir cuando afirma: “El Reino de Dios está entre ustedes”. Estar en
gracia es ya vivir en anticipo, en la tierra, la vida nueva que viviremos en la
eternidad; por la gracia, vivimos en la tierra, pero ya con la vida del Reino,
vida que se expandirá en su total plenitud en la vida eterna, pero que ya la
vivimos desde la tierra. Esto, que es grandioso, no es sin embargo lo más
grandioso: lo más grandioso de todo es que, por la gracia, el alma, que tiene
en sí la vida del Reino, se hace merecedora de que llegue a ella, por la
Comunión eucarística, para morar e inhabitar en ella, el Rey de este Reino de
Dios, el Kyrios, Jesucristo, el
Hombre-Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario