“El
Reino de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo” (Mt 13, 44-46). Jesús compara al Reino de
Dios con un campo en el cual se encuentra escondido un tesoro que, al ser
descubierto por un hombre, este vende todo lo que tiene y así adquiere el
campo: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un
hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo
que posee y compra el campo”. ¿Qué significa esta parábola? Para saberlo,
debemos considerar que cada elemento de la misma, representa una realidad
sobrenatural: el campo es la Iglesia; el tesoro escondido es la Eucaristía; el
hombre es el bautizado; el hecho de encontrarlo es recibir la gracia de la
conversión; la venta de todos los bienes para comprar el campo, es la renuncia
al mundo, a sus vanidades y al pecado, con tal de vivir en gracia y así ser
poseedor del campo y su tesoro, la Eucaristía; la alegría que experimenta el
hombre, no es una alegría conocida, sino la Alegría misma de Dios, que es “Alegría
infinita”[1].
“El
Reino de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo”. Si un no-cristiano
nos comparara con el hombre de la parábola, por su alegría al recibir la
Eucaristía y por su renuncia al mundo y al pecado, ¿nos podría reconocer en
este hombre?
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