lunes, 26 de agosto de 2019

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!”



“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!” (Mt 23, 23-26). Jesús reprocha duramente a los escribas y fariseos, hombres de religión, el hecho de haber olvidado la esencia de la religión, reemplazándola por prácticas superficiales que en el fondo no son sino inventos humanos. Les dice que hacen lo superficial –“pagan el diezmo”-, pero descuidan lo esencial –“la justicia, la misericordia, la fidelidad”-. Es decir, de nada vale asistir al templo y dar el diezmo como limosna, si después en la vida cotidiana se cometen injusticias, no hay amor de misericordia y no se es fiel a los mandamientos de la Ley de Dios. A los ojos de Dios no escapa nada de lo profundo del hombre: el ser humano puede engañar a otros seres humanos, aparentando ser hombres de religión, asistiendo al templo, dando el diezmo, pero luego ser injustos e inmisericordiosos. Este tipo de religiosos y este tipo de religión, en donde faltan lo esencial, la justicia, la misericordia y la fidelidad, no agrada a Dios y el hombre que esto hace se engaña a sí mismo pensando que agrada a Dios. Luego Jesús les dice que “Hay que practicar esto, sin descuidar aquello”, es decir, hay que acudir al templo, hay que dar el diezmo, pero si se es hombre de religión no se debe descuidar nunca lo que es la esencia de la religión, la justicia, la misericordia, la compasión, la piedad, la fidelidad a la Ley de Dios. Después Jesús da otro ejemplo de cómo actúan estos hombres frente a Dios: “¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!”. Como hombres religiosos, son guías ciegos, porque no saben qué es la religión; han confundido la religión con la práctica de cosas superficiales, mientras que descuidan la esencia de lo que es ser religiosos. Es como el que cuela el mosquito, pero come la carne de camello, que estaba prohibido hacer[1].

Por último, Jesús vuelve a lamentarse de los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”. Los compara con copas y platos limpios por fuera –la apariencia exterior de ser hombres buenos-, mientras que por dentro están llenos de “codicia y desenfreno”, es decir, en su interior son falsos e hipócritas. Jesús les aconseja que “limpien el interior”, es decir, vuelvan a la práctica de la caridad, de la compasión, de la piedad, de la justicia, y así serán verdaderos hombres de religión.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!”. El reproche de Jesús no se limita a solo los escribas y fariseos: también nos cabe a nosotros si aparentamos por fuera aparentamos ser hombres religiosos, pero por dentro somos malvados, habladores y faltos de caridad y compasión y caridad para con el prójimo.



[1] En la época de Jesús “(…) se podían solamente comer animales limpios que incluían vacas, ovejas, cabras, algunas aves y peces. En contraposición a los que se llamaban animales sucios, que eran prohibidos, que incluían los cerdos, los camellos, aves de rapiña, mariscos, reptiles”; cfr. https://forosdelavirgen.org/120635/comida-jesus/

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