lunes, 10 de julio de 2023

“El sembrador salió a sembrar”

 


(Domingo XV - TO - Ciclo A – 2023)

“El sembrador salió a sembrar” (Mt 13, 1-9). Jesús describe, con una sencilla y a la vez profundísima parábola, propia de su Sabiduría divina, cómo es la interacción entre el alma y la gracia santificante recibida por los sacramentos, que se traduce en el seguimiento o no de Él camino de la cruz. Para ello utiliza una imagen tomada de la actividad agrícola, la de un sembrador que esparce la semilla, la cual cae en distintos tipos de terrenos y sufre la acción del sol, como la de los pájaros, tal como sucede en la realidad.

Para poder aprehender el sentido sobrenatural de la parábola, es necesario reemplazar los elementos naturales, por los sobrenaturales. Así, el sembrador es Dios Padre; la semilla es la Palabra de Dios, en la Escritura y en la Eucaristía, es Jesús que es el Hijo de Dios, la Sabiduría de Dios encarnada; los distintos tipos de terrenos son los distintos tipos de almas, unos más predispuestos que otros para recibir la Palabra de Dios; el pájaro, el sol, las zarzas o espinas, son pruebas, tribulaciones o el mismo demonio, que actúan sobre el alma por permisión divina, para poner al alma a prueba, para ver cómo el alma actúa en relación a Dios, es decir, si lo ama a pesar de todas las dificultades o si su amor es tan pequeño, que ante la menor dificultad, lo deja todo.

Con esta metodología de exégesis la parábola consistiría en una primera parte, en la que las semillas caen en distintos tipos de terrenos y siguen distintos caminos: unas semillas caen al borde del camino y las comen los pájaros; otras en terreno pedregoso, sale el sol y se secan; otras caen entre zarzas -espinas- y las ahogan; otras caen en terreno fértil y dan fruto, en distintos porcentajes, de menor a mayor.

Con respecto a la interpretación, es el mismo Jesús en Persona quien explica la parábola: las semillas que caen al borde del camino y las comen los pájaros, representan a quien escucha la Palabra de Dios, pero sin la luz del Espíritu Santo, no la entiende y el Maligno le roba -lo hace interpretar en un sentido racional y no sobrenatural- lo poco que entendió; pero también es el que comulga -porque la Comunión es la Palabra de Dios encarnada-, pero comulga sin saber qué es lo que comulga, sin entender que recibe al Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, en Persona, creyendo que es simplemente un poco de pan bendecido, pero no el Verbo de Dios Encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía.

Con respecto a los tipos de terrenos, la interpretación en relación al terreno pedregoso, es el que escucha la Palabra y se alegra porque entiende algo y es también el que comulga y experimenta el Amor de Dios concedido en la Eucaristía, pero en cuanto sobreviene alguna dificultad o persecución, por permisión divina a causa de la Palabra, a causa de la Eucaristía, su amor por Dios es tan débil, que termina sucumbiendo, es decir, se desanima y deja de leer la Palabra y deja de comulgar.

Con respecto a la tierra, la interpretación es que la semilla que cae en tierra buena, es decir, la semilla se desarrolla y pasa de estado de potencia a acto, convirtiéndose en una especie vegetal que da fruto, significa al alma en gracia, aquella que escucha la Palabra de Dios e iluminada por el Espíritu Santo no solo la entiende sino que la pone en práctica y es también el que comulga sabiendo que recibe a Cristo Dios en Persona y obra en consecuencia, en acción de gracias por haber recibido a Dios en apariencia de pan; sin embargo, aquí hay diferencias, porque algunas semillas dan más fruto que otras, esto quiere decir que no todas las almas obran igual, hay quienes obran más y otras menos -no en el sentido del activismo, sino todo lo que implica la vida cristiana, que comienza en la oración, la adoración, la recepción de sacramentos, el deseo de vivir según la ley de Dios y sus Mandamientos-; es decir, la diferencia en porcentajes indica que unos son más misericordiosos que otros, unos rezan más que otros, unos aman más a Jesús que otros y esto porque los seres humanos no somos iguales y en nuestra libertad, todos respondemos de distinta manera y así, según nuestra propia y libre decisión, algunos son más agradecidos con Dios y aman más a Dios que otros.

“El sembrador salió a sembrar”. La parábola es personal, en el sentido de que está dirigida a todos los católicos en general, pero también en particular, es como si la parábola fuera dirigida para cada católico en persona; por eso mismo, debemos preguntarnos qué clase de terreno es nuestra alma, si es un terreno infértil, que no da ninguna clase de frutos, lo cual se traduce en que la vida que lleva es la misma vida de un pagano y no la de un cristiano, o si es un terreno fértil, que iluminado por el Espíritu Santo y amando a Cristo Dios en la Eucaristía, obra la misericordia, pero no para ser aplaudido y halagado por los hombres, sino que obra de manera que quien lo vea, sin conocerlo, diga para sí mismo: "Fulano de tal es cristiano, porque ama a Dios y al prójimo con el Amor de Dios, el Espíritu Santo".

 


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