lunes, 10 de julio de 2023

“Id a las ovejas descarriadas de Israel y proclamad que el Reino de los cielos está cerca”

 


“Id a las ovejas descarriadas de Israel y proclamad que el Reino de los cielos está cerca” (cfr. Mt 10, 1-7). Es muy importante reflexionar en la doble misión que Jesús encarga a sus discípulos: una, que anuncien que “el Reino de los cielos está cerca”; la segunda, que ese anuncio no se haga por el momento a los paganos, sino “a las ovejas descarriadas de Israel”. Esto llama un poco la atención: ¿porqué les dice “ovejas descarriadas” a los integrantes del Pueblo Elegido? ¿No eran acaso ellos los únicos que, en la Antigüedad, eran los depositarios de la revelación de Dios como Uno y por eso eran el único pueblo monoteísta de ese tiempo? Es verdad que luego Jesús revela que ese Dios Uno que conocen y adoran los judíos, es además Trino, es decir, Uno en naturaleza y Trino en Personas, pero hasta el momento, eran los únicos que habían recibido el don, la gracia, de saber que no había muchos dioses, sino un solo Dios verdadero. Entonces, si eran depositarios de la Verdad Revelada hasta ese momento, ¿Por qué Jesús los llama “ovejas descarriadas”?

Los llama así porque sus jefes religiosos, los fariseos, los doctores de la ley, los escribas, habían tergiversado de tal manera la ley de Dios, que habían pervertido la esencia de la religión y en vez de hacerla consistir en la adoración a Dios Uno y en el amor al prójimo como a sí mismo, como lo afirmaba la ley, sostenían erróneamente que la justificación estaba en el mero cumplimiento externo de mandamientos puramente humanos, como por ejemplo, daban más importancia a la ablución de manos y objetos, antes que la piedad para con Dios y el amor al prójimo. Los jefes religiosos habían distorsionado a tal grado la religión, que literalmente no les importaba dejar sin comer a viudas y huérfanos, siempre y cuando se cumplieran los preceptos externos de la ley, preceptos por otra parte, en su inmensa mayoría, inventados por ellos mismos. Habían cambiado el corazón de carne por un corazón de piedra, un corazón frío, insensible ante el dolor humano, incapaz de obrar la caridad e incapaz por lo tanto de amar sinceramente al Dios verdadero, porque quien no ama al prójimo, no ama a Dios, ya que el prójimo es la imagen viviente y visible del Dios Viviente e invisible: el prójimo está puesto por Dios para que sepamos la medida real de nuestro amor para con Dios: así como tratamos al prójimo, así tratamos a Dios en la realidad.

“Id a las ovejas descarriadas de Israel y proclamad que el Reino de los cielos está cerca”. El Nuevo Pueblo Elegido somos los integrantes de la Iglesia Católica; por esto mismo, si no prestamos atención, también nosotros podemos caer en la misma tentación de escribas y fariseos: endurecer el corazón para con el prójimo, con lo cual, ni tenemos caridad cristiana para con el prójimo, ni amamos a Dios Uno y Trino como Él merece ser amado, servido y adorado.

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