“Al que te da una bofetada en una
mejilla, ofrécele la otra” (Mt 5,
38-42). Frente a la ley del Talión, que mandaba en su precepto único, en
estricta justicia, dar al agresor u ofensor lo mismo que este había provocado
–“ojo por ojo y diente por diente”-, Jesús da una nueva ley, la ley de la
caridad, la que, entre otras cosas, prohíbe devolver violencia con violencia:
“Si alguien te da una bofetada, ofrécela la otra”.
Es decir, mientras para los
judíos era una cuestión de justicia entre los seres humanos, devolver al
ofensor con una acción de violencia de la misma magnitud –en esto consistía la
“justicia” buscada-, Jesús abroga la ley del Talión y establece otro parámetro
para regular las relaciones humanas, y es el parámetro de la Misericordia Divina.
A partir de Cristo, las
relaciones entre los hombres no se medirán más según la ley del Talión, ojo por
ojo y diente por diente, sino por la ley de la caridad, la ley del Amor y de la Misericordia Divina:
si Dios mismo trata a los hombres con infinita misericordia, perdonándolos en
Cristo al precio de su Sangre y de su vida, siendo ellos enemigos de Dios, no
pueden lo hombres tratar a los enemigos de un modo distinto a como Dios mismo
los trató.
Es por esto que, el
cristiano que no perdona en Cristo, y se obstina en aplicar la ley del Talión,
se vuelve maldito a los ojos de Dios, como la ley el mismo Dios abolió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario