“Cuando oren no hagan como los paganos”
(cfr. Mt 6, 7-15). Jesús no se opone a la oración vocal y pública, la
que se realiza, por ejemplo, en una procesión, o delante de una imagen que se
encuentra en un lugar público.
Lo que Jesús quiere es que, al rezar,
aún en público, la oración salga, más que de los labios, del corazón, porque
esa es la oración verdadera.
Mientras los paganos rezan a sus ídolos
inertes con una oración vacía, mecánica, superficial, el cristiano, por el
contrario, le reza a su Dios que es persona, y aún más, es Trinidad de
Personas, por lo que necesariamente tiene que ser una oración que nazca del
corazón y no simplemente de los labios.
Esto es lo que Jesús quiere decir
cuando da las indicaciones para la oración: “Cuando ores, ve a tu habitación,
cierra la puerta y ora, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt
6, 6). La habitación no necesariamente es un lugar físico, sino también y ante
todo, el propio corazón.
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