“Tus
pensamientos no son los de Dios” (Mc
8, 27-33). Este pasaje del Evangelio es sumamente útil para graficar el “discernimiento
de espíritus”, según San Ignacio de Loyola[1], y
también para darnos acerca de cómo, incluso el Vicario de Cristo, el Papa,
puede apartarse de Aquel a quien representa en la tierra, el Hombre-Dios
Jesucristo.
Con
respecto al discernimiento de espíritus –siempre según las Reglas de San
Ignacio para los Ejercicios Espirituales-, el Evangelio nos permite constatar
cómo Pedro, siendo Vicario de Cristo, cuando es iluminado por el Espíritu
Santo, proclama la verdad plena y absoluta acerca de Jesucristo: Él es “el
Mesías”, el que “tiene palabras de vida eterna” (Jn 6, 68), el “Hijo de Dios” (Mt
16, 16): “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro respondió: “Tú eres el
Mesías”.
Pero
cuando el mismo Vicario, Simón Pedro, rechaza esta iluminación interior y se
deja llevar por sus propios pensamientos –pensamientos contrarios a la Cruz y
la Pasión de Jesús-, se aparta de la Voluntad de Dios y, lo que es peor, se
coloca bajo la influencia directa del Príncipe de la mentira, tal como se lo
dice Jesús: “¡Retírate de Mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres”.
En
otras palabras, cuando el Espíritu Santo lo ilumina, Pedro proclama la Verdad
acerca de Jesús: “Tú eres el Mesías, Tú eres Dios Hijo encarnado”. Pero cuando rechaza
la Cruz. se deja influenciar por Satanás y por sus propios pensamientos: “Y
comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado
por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado
a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda
claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose
vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve
detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de
los hombres”.
Esto
nos enseña que, cada vez que neguemos que Jesús es Dios y cada vez que neguemos
y rechacemos la Cruz –y cada vez que neguemos y rechacemos a la Santa Misa como
renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrifico de la Cruz-, debemos
decirnos, a nosotros mismos, junto con Jesús: “¡Retírate, ve detrás de mí,
Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.
[1] Cfr. https://servicocatholicohispano.wordpress.com/2015/02/20/el-discernimiento-de-espiritus-segun-san-ignacio-de-loyola/;
Reglas de Discernimiento, EE nn.
174-275.
No hay comentarios:
Publicar un comentario