¿Por qué la Iglesia Católica celebra, con una fiesta
litúrgica, la Exaltación de la Cruz? La pregunta surge porque, si vemos la Cruz
con ojos humanos, nos damos cuenta que la Cruz es un instrumento de tortura, de
humillación y de muerte cruel y dolorosísima para aquel que esté crucificado.
De hecho, los soldados romanos la utilizaban no solo para castigar a los
rebeldes al Imperio, sino para que sirviera de advertencia para quien se
atreviera siquiera a intentar alguna acción contra el Imperio: al exponer al
crucificado públicamente, estaban dando una señal de advertencia para todos
aquellos que estaban pensando en oponerse al Imperio; si persistían en sus
intentos, serían apresados, juzgados y condenados a la misma muerte, cruel y
dolorosa, del crucificado. Es aquí entonces en donde volvemos a preguntarnos:
si la Cruz es un instrumento de tortura, de opresión, de dolor, de humillación
y de muerte, ¿por qué la Iglesia celebra con una fiesta litúrgica a este
instrumento de dolor y muerte?
La respuesta no la da la razón humana, sino la Sabiduría
Divina, es decir, Dios Hijo encarnado, porque es Él quien está en la Cruz; es
Él quien sube a la Cruz voluntariamente, para entregar su Cuerpo y su Sangre
por nuestra redención.
La Iglesia celebra la Exaltación de la Cruz porque el
Hombre-Dios Jesucristo, al subir a la Cruz y morir en ella, con su omnipotencia
divina, cambió radicalmente el sentido de la Cruz, porque santificó el dolor
humano y la muerte humana, convirtiendo al dolor y a la muerte del hombre, de
castigo por el pecado, en puertas abiertas al cielo. Con su muerte en Cruz,
Jesucristo santifica el dolor y la muerte, porque asume el dolor y la muerte
del ser humano, consecuencias del pecado original y los convierte, de castigo,
en vías de redención. De esta manera se explica que el dolor y la muerte
humanos, a partir de Cristo, cuando son ofrecidos a Cristo y cuando se une el
propio dolor y la propia muerte al dolor y a la muerte de Cristo, el alma se
santifica y así, santificada, puede presentarse ante el trono de Dios y ser
recibida en el Reino de los cielos.
Si intentamos dar una respuesta humana al sentido del dolor
y de la muerte, nunca la encontraremos; sólo contemplando al Cordero de Dios,
crucificado en el Monte Calvario y santificando el dolor y la muerte de la
humanidad, encontraremos la respuesta del porqué la Iglesia celebra la
Exaltación de la Cruz: porque la Cruz es la Puerta abierta que conduce al Reino
de Dios.
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