domingo, 26 de septiembre de 2021

“Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”


 

(Domingo XXVII - TO - Ciclo B – 2021)

         “Que el hombre no separe lo que Dios ha unido” (Mt 19, 6). Ante la pregunta de si es lícito el divorcio que permitía la ley de Moisés, en caso de adulterio, Jesús responde negativamente y para fundamentar su respuesta, se remonta al inicio de la historia del ser humano sobre la tierra: cuando Dios Uno y Trino creó al ser humano, lo creó varón y mujer, para que se unieran en matrimonio y ya no fueran dos, sino una sola carne. Entonces, lo que caracteriza al matrimonio, la unidad –el matrimonio es uno- y la indisolubilidad –el matrimonio es indisoluble, aun cuando las leyes positivas humanas lo permitan; aunque se divorcian, el varón y la mujer unidos por el matrimonio sacramental continúan siendo esposo y esposa ante los ojos de Dios- y el hecho de que sea entre el varón y la mujer, no depende de una ley positiva, inventada por la mente humana o angélica, sino que es una disposición divina, porque Dios quiso crearnos, como especie, en dos sexos diversos, distintos, que se complementan entre sí. Y Dios quiso, además, que esta unión fuese indisoluble, porque naturalmente el varón está hecho para una sola mujer y la mujer está hecha para un solo hombre y nada más. De ahí la absoluta prohibición de la poligamia y por supuesto que del adulterio y de cualquier unión que no sea la del varón y la mujer, como lo prentenden la ideología de género y los grupos de presión homosexualistas.

         Ahora bien, hay una razón última, sobrenatural, que explica el matrimonio entre el varón y la mujer y es la unión esponsal, celestial, sobrenatural, entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa. Esta unión esponsal, que es eminentemente espiritual, es la que fundamenta las características del matrimonio entre el varón y la mujer: así como no se puede concebir a Cristo Eucaristía sin la Iglesia Católica, así también no se puede concebir a la Iglesia Católica sin Cristo Eucaristía. Sería un cristo falso, un cristo adulterado, un cristo adúltero, si además de la Iglesia Católica, estuviera en otras iglesias que no fueran la Católica y la Iglesia Católica sería una iglesia falsa, sin el Cristo Eucarístico, o si adorara a un ídolo como la Pachamama, en vez de Cristo Eucarístico, una Iglesia así, sería una iglesia adúltera.

         Otra pregunta que debemos hacernos es: ¿Por qué Jesús se pronuncia sobre el matrimonio? ¿Qué autoridad tiene Él para abolir el divorcio permitido por Moisés y restablecer la unidad y la indisolubilidad del matrimonio y establecer que el matrimonio sólo puede ser entre el varón y la mujer? Por el simple y maravilloso hecho de que Jesús es Dios; Cristo es Dios y es Él quien ha creado al ser humano como varón y mujer “en el principio”; es Él quien ha establecido que la unión matrimonial sea entre un varón y una mujer, como reflejo y prolongación, entre la sociedad humana, de su propia unión esponsal, entre su Persona divina y su humanidad, en la Encarnación y después entre Él, el Esposo celestial, y la Iglesia, nacida de su Costado traspasado en el Calvario, la Jerusalén celestial, la Iglesia Católica. Así como el Verbo de Dios no puede separarse de su humanidad, una vez asumida hipostáticamente en la Encarnación –ni la humanidad de Jesús de Nazareth no puede separarse del Verbo de Dios-, así tampoco puede el Cristo Eucarístico separarse de la Iglesia Católica, ni la Iglesia Católica del Cristo Eucarístico, y es de estos dos grandes misterios, la Encarnación esponsalicia del Verbo con la humanidad y el Nacimiento virginal de la Iglesia del Costado de Cristo en el Calvario, de donde se derivan la unidad y la indisolubilidad del matrimonio entre el varón y la mujer. Esto explica también que ninguna ley humana puede separar lo que Dios ha unido, al varón y a la mujer: “No separe el hombre lo que Dios ha unido”.

         “Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Así como el varón ha sido creado para la mujer y la mujer para el varón, así Cristo Eucarístico es para la Iglesia Católica y la Iglesia Católica para el Cristo Eucarístico: no puede el hombre separar lo que Dios Uno y Trino ha unido.

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