jueves, 30 de septiembre de 2021

El Padrenuestro se vive en la Santa Misa

 



         Jesús nos enseña una oración que es propia del catolicismo y es la oración del Padrenuestro. Además de caracterizarse porque en la oración nos dirigimos a Dios como “Padre”, esta oración tiene una característica particular y es que se la puede rezar, como se reza habitualmente, pero también se la puede “vivir”, literalmente y esto sucede en la Santa Misa. Veamos cada una de sus partes y cómo estas partes del Padrenuestro se hacen vivas en la Santa Misa.

         “Padre Nuestro que estás en el cielo”: en la Santa Misa el altar se convierte en una parte del Cielo y en el Cielo es donde moran el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por lo que en la Santa Misa está el Padre Eterno, que es el Origen Increado de la Santísima Trinidad.

         “Santificado sea Tu Nombre”: en la Misa se santifica el Nombre de Dios, que es Tres veces Santo y esto lo hace el mismo Jesucristo, el Hijo de Dios, quien al renovar su sacrificio en cruz en el altar eucarístico, santifica infinitamente el Nombre Santísimo de Dios.

         “Venga a nosotros Tu Reino”: El Reino de Dios viene efectiva y realmente en cada Santa Misa, porque el altar, como dijimos, se convierte en el Cielo, en donde está el Reino de Dios, pero todavía más que el Reino, por la Santa Misa viene a nosotros algo que es infinitamente más grande y majestuoso que el mismo Reino de Dios y es el Rey de ese reino, Cristo Jesús en la Eucaristía.

         “Hágase Tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo”: la voluntad de la Trinidad Santísima es que todos nos salvemos y esta voluntad se cumple a la perfección en la Santa Misa, porque allí Jesús renueva de forma sacramental e incruenta su sacrificio en cruz, sacrificio por el cual nos salva, por medio de su Preciosísima Sangre redentora.

         “Danos hoy nuestro pan de cada día”: en la Santa Misa, Dios Uno y Trino cumple doblemente con esta petición, porque nos provee el pan material de cada día pero además nos dona el Pan del espíritu, el Pan de Vida eterna, el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Eucaristía.

         “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”: en la Santa Misa, Dios Trino nos perdona nuestros pecados antes de que se lo pidamos, al enviar a Dios Hijo a morir en la cruz por nosotros; además, nos da la fuerza del Amor Divino, necesario para que nosotros perdonemos a nuestros enemigos de la misma manera y con el mismo Amor con el que Cristo nos perdonó desde la cruz.

         “No nos dejes caer en la tentación”: en la Santa Misa, Dios nos da no sólo fuerzas más que suficientes para no caer en la tentación –porque nos hace partícipes de su misma santidad, de su misma fuerza divina-, sino que nos da la gracia para crecer en toda clase de virtudes, incluidas las fuerzas para imitar a Cristo en todas sus virtudes.

         “Y líbranos del mal”: en la Santa Misa, Dios Uno y Trino no sólo nos libra del mal en persona, Satanás, el Ángel caído, porque Cristo lo vence con la cruz, sino que además nos colma de un Bien infinito, al concedernos el Pan de Vida eterna y la Carne del Cordero, la Sagrada Eucaristía, Fuente Increada de la Bondad divina.

         Por todas estas razones, el Padrenuestro se vive en la Santa Misa.

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