miércoles, 25 de octubre de 2023

“Hipócritas, interpretan el tiempo climatológico pero no el signo de los tiempos”

 


“Hipócritas, interpretan el tiempo climatológico pero no el signo de los tiempos” (Lc 12, 54-59). Jesús califica muy duramente a sus discípulos por el hecho de que, sabiendo interpretar el clima atmosférico, es decir, sabiendo, por el aspecto de las nubes o por el tipo de viento que corre, si va a llover o no, si hará calor o no, sin embargo, guardan silencio en cuanto a discernir “el signo de los tiempos”.

Para comprender un poco mejor la actitud de Jesús, podríamos recordar que se entiende como “signo de los tiempos” al estado espiritual y moral de la sociedad y de la historia en un momento determinado del tiempo.

Ahora bien, este duro reproche y calificativo que da Jesús a sus discípulos en ese tiempo, nos llega también a nosotros, puesto que somos también discípulos de Jesús. Entonces, también Jesús nos puede decir: “Hipócritas, interpretan el tiempo climatológico pero no el signo de los tiempos”. Y con mucha mayor razón todavía, puesto que los sistemas de medición y de pronóstico del tiempo climatológico están muy avanzados por un lado y por otro, están a disposición de cualquiera en cualquier momento, lo único que hace falta es tener la aplicación o programa adecuado y se el registro de las temperaturas, el viento, la lluvia o el sol, en el espacio de horas, de días o incluso de meses. Entonces, en nuestros días, como en los de Jesús, nadie puede decir: “No sé qué tiempo va a hacer hoy”, porque con la precisión de los métodos de medida por satélite, el estado del clima en cualquier parte del mundo está al alcance de cualquier persona.

Entonces, si sabemos discernir el tiempo climatológico, entonces es que también sabemos discernir el “signo de los tiempos”. ¿Y cuál es el signo de los tiempos para nuestro tiempo? Podríamos decir que no es solo uno, sino varios: el relativismo, el materialismo, la apostasía, el renegar de fe católica recibida en el bautismo, el desconocimiento y el rechazo de los sacramentos, sobre todo la confesión y la Eucaristía, el preferir lo natural, aunque sea pecado, como el concubinato, antes que lo santo, como el matrimonio sacramental, la destrucción de la familia diseñada por Dios -esposo-varón, esposa-mujer e hijos- y la sustitución de decenas o cientos de familias alternativas o ensambladas, hechas todas según el gusto del hombre y no el designio de Dios, el rechazo del Amor de Dios expresado en el don de su Sagrado Corazón en cada Eucaristía, prefiriendo dejar al Hombre-Dios Jesucristo plantado en el altar, para ir a realizar literalmente cualquier tipo de actividad que se desee, y así se podría seguir hasta el infinito.

“Hipócritas, interpretan el tiempo climatológico pero no el signo de los tiempos”. Prestemos atención a las advertencias de Jesús, porque estamos a tiempo de cambiar nuestros corazones para convertirnos a Él, que baja desde el cielo en cada Santa Misa, para quedarse en la Eucaristía, para que lo recibamos por la Comunión, con el corazón purificado por la Confesión sacramental. Prestemos atención a las palabras de Jesús, mientras haya tiempo de hacerlo.

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