jueves, 29 de febrero de 2024

“Los viñadores mataron al heredero”

 


“Los viñadores mataron al heredero” (Mt 21, 33-46). En la parábola de los viñadores homicidas, está relatada, con toda la sencillez y la profundidad de la sabiduría divina, la historia de la salvación, la historia del misterio salvífico del Hombre-Dios Jesucristo. Para descubrir esta historia, es necesario reemplazar sus elementos naturales por los elementos sobrenaturales. Así, la viña es primero la sinagoga, como iglesia del Dios Verdadero en el Antiguo Testamento y luego es la Iglesia Católica, como Iglesia también del Dios Verdadero, en el Nuevo Testamento; los viñadores homicidas son los fariseos, los escribas y los doctores de la ley quienes, apoderándose de la verdad revelada al Pueblo Elegido, cuando esa Verdad Revelada se completa en su totalidad en Cristo Jesús, la rechazan y no la aceptan, apedreando y asesinando primero a los profetas que anunciaban al Mesías y luego asesinando al mismo Mesías en Persona, el Hijo de Dios encarnado, Cristo Jesús; el dueño de la vid es Dios Padre, Quien es el que revela primero, en un primer momento, la verdad de Dios como Uno al Pueblo Elegido y luego, en Cristo Jesús, Dios se auto-revela como Uno y Trino y así su iglesia es primero la sinagoga y luego la Iglesia Católica, cuyos miembros forman el Nuevo Pueblo Elegido; los enviados del dueño, algunos apedreados y otros asesinados, son los profetas enviados por Dios a lo largo de la historia al Pueblo Elegido para anunciarles la próxima llegada del Mesías, pero la soberbia de escribas, fariseos y doctores de la Ley los lleva a rechazarlos, llegando incluso hasta el homicidio de algunos de los profetas; el hijo del dueño de la vid, el heredero, quien es finalmente asesinado, es Cristo Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad encarnada en la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth, es el Mesías anunciado por los profetas, Quien es crucificado por el Pueblo Elegido, Pueblo que se auto-excluye de esta manera de las promesas y así da lugar a que ingrese en su lugar el Nuevo Pueblo Elegido, los bautizados en la Iglesia Católica, los que harán dar fruto a la Vid que es la Iglesia y esos son frutos de santidad, los santos que la Iglesia Católica ha dado a lo largo de su historia.

“Los viñadores mataron al heredero”. Ahora bien, los viñadores que matan al heredero no solo son los fariseos, escribas y doctores de la Ley; también podemos ser nosotros, los nuevos viñadores, los integrantes del Nuevo Pueblo Elegido y de hecho lo hacemos, real, místicamente, cada vez que cometemos un pecado mortal. Reflexionemos en este hecho y hagamos el propósito de no solo alejarnos de toda ocasión de pecado, sino de crecer cada día más en la vida de la gracia, la vida de los hijos de Dios, la vida de los viñadores elegidos por el Dueño de la Viña, Dios Uno y Trino.

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