“Tendrá el Espíritu del Señor y preparará un pueblo para
recibirlo” (Lc 1, 5-17). El ángel le
anuncia a Zacarías, sacerdote del templo, que nacerá un hijo suyo, Juan el
Bautista y le anuncia también cuál es la misión que tendrá el Bautista: “prepararle
al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”. Es decir, el tiempo en el que el
ángel le anuncia a Zacarías el nacimiento del Bautista, es el inicio de lo que
se conoce como “plenitud de los tiempos”, o sea, el tiempo exacto de la
historia humana en el que el Mesías debía venir al mundo en su Primera Venida,
para cumplir su misterio pascual de muerte y resurrección.
Es importante tener en cuenta cuál es la misión del
Bautista, porque una misión análoga es la que tiene todo bautizado en la
Iglesia Católica: de la misma manera que se dice del Bautista, que “tendrá el
Espíritu del Señor”, para así “preparar al pueblo para recibirlo”, así se
debería decir de todo católico, de todo bautizado en la Iglesia Católica,
porque el bautizado debe anunciar al mundo no solo que Jesús vino en carne por
primera vez, sino que vendrá por segunda vez, pero ahora en la gloria y vendrá,
no como Dios misericordioso, como en su Primera Venida, sino que en esta
Segunda Venida vendrá como Justo Juez, para juzgar a toda la humanidad y para
dar a cada uno según sus obras. En este sentido, todo católico debe imitar al
Bautista, al menos en dos características del Bautista: el Bautista estaba “lleno
del Espíritu Santo” y tenía como tarea “preparar al pueblo” para la Primera
Venida del Salvador: el bautizado católico debe estar en estado de gracia
santificante –por medio de la Confesión Sacramental y de la Sagrada Eucaristía-
para así poseer al Espíritu Santo en él, puesto que el Espíritu de Dios mora en
el que está en gracia; en el segundo aspecto en el que debe imitar al Bautista,
es en su misión de anunciar al Mesías, pero no para su Primera Venida, que ya
ocurrió en Belén, sino que el católico debe preparar al mundo anunciando que el
Mesías ha de venir en su Segunda Venida, en la gloria de Dios, para juzgar al
mundo.
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