domingo, 21 de noviembre de 2021

Adviento, tiempo de preparación para el encuentro con el Señor Jesús y para participar, por el misterio de la liturgia, de su Primera Venida

 


(Domingo I - TA - Ciclo C - 2021 – 2022)

         La Iglesia inicia un nuevo ciclo litúrgico con el comienzo del tiempo del Adviento. El color propio de ese tiempo es el morado, símbolo de penitencia y es el equivalente al año nuevo civil; es, por así decir, el “año nuevo” eclesiástico. Pero esto no es lo más importante del Adviento: lo más importantes es que se trata de un tiempo de gracia especial, que nos prepara espiritualmente para dos eventos: por un lado, para participar, por medio del misterio de la liturgia eucarística, de la Primera Venida del Redentor y por otro lado, para prepararnos, espiritualmente, para su Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo. El Adviento es, en esencia, un tiempo especial de gracia para que nos preparemos, como Iglesia y como bautizados, para estas dos Venidas de Jesús.

         El Adviento es entonces, esencialmente un tiempo de preparación para el encuentro personal con Jesús en la Segunda Venida, su venida en gloria, que sucederá en el Día del Juicio Final –y también en el día de nuestro Juicio Particular- y es tiempo de preparación para participar de la Primera Venida, su Venida en carne, en una gruta de Belén. Las dos primeras semanas del Adviento están dedicadas para meditar y reflexionar acerca de la Segunda Venida de Jesucristo, y es por eso que debemos detenernos brevemente en su consideración: por un lado, en su realidad y verdad: los cristianos católicos creemos que el Mesías ya vino por Primera Vez en Belén y creemos que ha de venir, por Segunda Vez, en la gloria. Es decir, a diferencia de los judíos, que todavía están esperando la venida del Mesías –en realidad ya vino, pero ellos lo negaron y lo crucificaron-, nosotros creemos que ya vino, murió en la cruz, resucitó y está en el Cielo y en la Eucaristía y ha de volver al fin del tiempo, en el Día del Juicio Final. El otro aspecto que debemos considerar acerca de la Segunda Venida es en qué es lo que sucederá cuando Él venga glorificado: no vendrá como el Jesús Misericordioso, dulce y paciente, que nos espera con amor que nos decidamos a convertirnos: vendrá como Justo Juez y todos habremos de comparecer ante Él y a cada uno de nosotros, Nuestro Señor nos pedirá cuentas acerca de si hicimos fructificar o no los talentos que Él nos dio. En ese Día, Jesús nos pedirá cuentas sobre los dones -naturales y sobrenaturales-, talentos y gracias que Él nos concedió, como por ejemplo, el ser, en la concepción y luego la vida y la existencia; nos pedirá cuentas de los dones sobrenaturales que nos concedió, empezando por el Bautismo, que nos convirtió en hijos adoptivos de Dios; nos pedirá cuentas de cada Eucaristía recibida; nos pedirá cuentas de la Confirmación, que nos convirtió en templos del Espíritu Santo; nos pedirá cuentas de las confesiones sacramentales recibidas. En el Día del Juicio Final, Nuestro Señor Jesucristo nos pedirá cuentas sobre cómo usamos estos bienes, si los hicimos fructificar en frutos de santidad, o si los enterramos, sin dar frutos de santidad, como el servidor malo y perezoso de la parábola de los talentos. En relación a los dones sobrenaturales recibidos, un ejemplo puede ser la Comunión Eucarística y así Jesús nos dirá: “En cada Comunión, Yo te di mi Corazón; en cada Comunión, Yo te di mi Amor, el Espíritu Santo. ¿Fuiste capaz de devolver ese amor en obras de misericordia?”. Y así, con cada talento, con cada don, con cada sacramento recbido. Por esto mismo, es que debemos, en estas dos primeras semanas de Adviento, reflexionar acerca de la realidad y la verdad de la Segunda  Venida y también reflexionar en cuáles son los dones y talentos que Jesús nos concedió y luego, decidirnos a ponerlos en práctica, si aún no lo hicimos, para así empezar a dar frutos de santidad, con lo cual podremos comparecer con el corazón en paz y el alma en gracia ante el Justo Juez.

         Ahora bien, dijimos que el Adviento es tiempo de prepararnos para participar, por medio del misterio de la liturgia eucarística, de la Primera Venida de Jesús, en el Pesebre de Belén, en la Noche de Navidad, que es algo más profundo y misterioso que simplemente decir que “nos preparamos para Navidad”. Las dos últimas semanas de Adviento, están dedicadas a esta preparación y la forma de hacerlo es meditar en la Encarnación del Verbo por obra del Espíritu Santo y en su Nacimiento virginal en Belén, pero también meditar en el hecho de que por el misterio de la liturgia eucarística, somos hechos partícipes, de modo misterioso y sobrenatural, de este evento, el de la Encarnación del Verbo y su Nacimiento milagroso y virginal en el Portal de Belén. En otras palabras, no solo debemos meditar en la Primera Venida, sino que debemos tener presente que, por la Eucaristía, participamos del evento de la Encarnación y Nacimiento virginal del Verbo de Dios y es para esto para lo cual debemos prepararnos, pidiendo la gracia y la asistencia del Espíritu Santo, porque sólo con su luz divina podemos al menos contemplar estos sagrados misterios. Aprovechemos entonces el tiempo litúrgico del Adviento, para preparar nuestros corazones para el encuentro definitivo con Jesús en el Juicio Final y para participar, por el misterio de la liturgia, de su Primera Venida en Belén.

 


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