“Como
el fulgor del relámpago, así será la Venida del Hijo del hombre” (cfr. Lc 17, 20-25). Jesús profetiza cómo será
su Segunda Venida, la Venida en la gloria, en el Día del Juicio Final: será
algo repentino, imprevisto, que será visto por todos los hombres: será como “el
fulgor del relámpago”, porque así es el fulgor del relámpago: repentino,
imprevisto, y es observado por todos porque surca los cielos y no deja a nadie
indiferente. Ahora bien, esta Segunda Venida de Jesús estará precedida por
falsos cristos, por falsos mesías, quienes se harán pasar por Él, engañando a
las multitudes y diciendo que es Él en persona: Entonces les dirán: ‘Está aquí’
o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver”. También hace una revelación que
nos hace estar prevenidos en relación a futuras persecuciones, en las que se
incluirán la supresión del Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, con la
consiguiente desaparición de la Eucaristía, tanto de los altares, como de los
sagrarios. En efecto, Jesús dice una frase enigmática: “Llegará un tiempo en
que ustedes desearán disfrutar siquiera un día de la presencia del Hijo del
hombre y no podrán”. Esto es verdaderamente alarmante, porque la Presencia del
Hijo del hombre la tenemos, cotidianamente, en la Eucaristía, en donde se
encuentra en Persona; en la fe y en el amor, porque la fe y el amor nos hacen
unir al Sagrado Corazón de Jesús y por último, en los Sacramentos, como por
ejemplo, el Sacramento de la Confesión. Esto quiere decir que, antes de la
Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, se desencadenará una
persecución –la última, según lo anuncia el Catecismo-, por medio de la cual se
suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa y así no habrá Eucaristía
ni ningún otro sacramento; faltará en consecuencia la gracia y al faltar la
gracia, faltarán la fe sobrenatural en Jesucristo, además de la caridad hacia
Dios y el prójimo, con lo cual se cumplirán las palabras de la Escritura: “En
los últimos días, se enfriará la caridad de muchos”; además, será tal la
apostasía, que en casi ningún lado se encontrará fe en Jesucristo, para que así
se cumplan sus palabras: “¿Encontrará fe cuando vuelva el Hijo del hombre?”.
“Como
el fulgor del relámpago, así será la Venida del Hijo del hombre”. Persecución a
la Iglesia, apostasía, falta de fe y de caridad, ausencia del Santo Sacrificio
del Altar, proliferación de falsos mesías. De todas estas calamidades nos libra
la Santísima Virgen María, y para ello debemos refugiarnos en su Inmaculado
Corazón y rezar diariamente el Santo Rosario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario