“Herodes
quería ver a Jesús” (Mc 9, 7-9). El evangelio
relata el deseo y la curiosidad que experimenta el Tetrarca Herodes de ver a
Jesús. Le han llegado noticias de hechos admirables, milagros, prodigiosos,
curaciones inexplicables, expulsiones de demonios, lo cual despierta en Herodes
una cierta inquietud acerca de quién es Jesús. Manda a averiguar, y le traen
datos que son todos falsos: que es un profeta, que es Elías. Herodes duda
acerca de la identidad de Jesús; sabe que no es Juan, porque él lo mandó
decapitar, lo cual aumenta más su intriga acerca de quién es Jesús: “Herodes
trataba de ver a Jesús”.
Si
bien este hecho es bueno en sí mismo, queda desvirtuado, en este caso, por la
intención que lo acompaña: tal como lo demostrará en las Horas de la Pasión, cuando
disgustado porque Jesús no hace milagros para su diversión, le hará colocar una
túnica blanca, signo público y visible, en ese entonces, de locura mental. Con este
gesto, Herodes demuestra cuáles son sus verdaderas intenciones respecto de
Jesús: su deseo de ver a Jesús es un deseo nacido de la curiosidad vana.
Pero
Herodes no es el único; ya que es el arquetipo de muchos cristianos, que no han
entendido, en toda su profundísima dimensión, lo que implica el hecho de “ser
cristiano”. En Herodes está representado el cristiano tibio, que conoce a Jesús
vagamente por su formación catequística, pero que no quiere comprometerse más; representa
al cristiano que dice querer conocer a Jesús, pero no para admirarse de sus
milagros, agradecerle por su amor misericordioso manifestado en la cruz, y
postrarse en acción de gracias y adoración por su condición de Dios Hijo
encarnado, sino que lo quiere conocer para saber cuáles son los Mandamientos
que jamás habrá de practicar; Herodes representa a los cristianos que no
quieren convertirse, que convierten su bautismo y su condición de cristianos en
un mero título nominal; con su vana curiosidad, Herodes representa a multitud
de cristianos, de todas las edades, que conociendo los mandatos de Dios
revelados por Jesús, los dejan de lado, volcándose al mundo y a sus placeres
efímeros. Al vestir a Jesús con una túnica blanca, tachándolo de insano mental,
Herodes representa a los cristianos que consideran una locura llevar la cruz y,
dejándola de lado, prefieren caminar en dirección contraria al Calvario,
siguiendo los anchos caminos de la perdición. Herodes representa a los malos cristianos,
que pretenden acomodar el mensaje de Jesús a sus estrechas mentes y a sus todavía
más estrechos corazones, negándose a perdonar, a pedir perdón, y a amar al
prójimo como Cristo, hasta la muerte de Cruz.
“Herodes
quería ver a Jesús”. También nosotros queremos ver a Jesús, y de hecho lo
vemos, con los ojos de la fe, vivo, glorioso y resucitado, en la Eucaristía. La
pregunta es, entonces, cómo tratamos a Jesús: si al igual que Herodes, de
insano mental, porque nos manda llevar la Cruz, o si nos postramos en adoración
y en acción de gracias.
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