“Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”. El Miércoles
de Cenizas, inicio de la Cuaresma, es el punto de partida de un camino que
conduce a la conversión del corazón por medio de la penitencia, el ayuno, la
mortificación y las obras de misericordia.
Ahora bien, el camino inicia con una frase, pronunciada por
el sacerdote en el momento de la imposición de cenizas al fiel, y en el que
debe verse el mensaje que la Iglesia Católica tiene para toda la humanidad: “Recuerda
que eres polvo y en polvo te convertirás”. No se trata de una exhortación un
tanto poética a cambiar de vida, porque el objetivo de la Cuaresma no es un
mero cambio del comportamiento. Se trata de la descripción de la realidad del
hombre que es polvo literalmente hablando, puesto que al morir, y al separase
el principio vital, el alma, del cuerpo, este último se disgrega en sus
componentes, que terminan confundiéndose con el suelo en el que es sepultado. El
recuerdo de la Iglesia al hombre, de su condición de “polvo” (tierra, barro) –“eres
polvo”- que “vuelve al polvo”, que vuelve a la tierra –“en polvo te convertirás”-,
no busca un simple cambio de conducta; la Iglesia en Cuaresma no pretende que
el hombre sea más penitente, ni más bueno, ni siquiera que rece más, aún cuando
estimula todas estas prácticas. Lo que la Iglesia pretende con esta frase “Recuerda
que eres polvo y en polvo te convertirás”, es hacer tomar conciencia al hombre
de que todo en él, desde su ser más íntimo, depende de Jesucristo, puesto que
fue creado por Él en cuanto Dios, fue redimido por Él en cuanto Redentor, y fue
santificado por Él en cuanto es el Dador del Espíritu Santo junto al Padre.
Al
decirle la Iglesia al hombre “Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”,
le está diciendo que en su origen, comparado con el Acto de Ser perfectísimo de
Dios, es igual a la nada -los santos dicen de sí mismos que son "nada más pecado"-, como nada es el “polvo”, la tierra, el barro, y que
su destino natural es la muerte: “en polvo, en tierra, en barro te convertirás”,
y esto debe servir para crecer tanto en la humildad como en el Amor de Dios. Pero
también le recuerda, aunque no lo mencione en la frase, pero está implícito,
que Jesucristo, Dios Hijo, se encarnó por el hombre, murió en la Cruz y
resucitó por su salvación, y que por lo tanto su destino ha cambiado
radicalmente desde el momento en que ese cuerpo, que viene
de la tierra y vuelve a la tierra, está destinado a convertirse en luminosa materia
glorificada con la luz del Ser divino, si de corazón se arrepiente y vuelve a Dios
por el camino de la oración, la penitencia y la misericordia.
Por
este motivo, la frase completa podría quedar así: “Recuerda que eres polvo y en
polvo te convertirás; recuerda que viniste de la nada, y a la nada volverás;
pero si te conviertes, si buscas a Cristo Dios de todo corazón; si obras la
misericordia con el hermano que golpea a tu puerta; si te acuerdas de Él todos
los días de tu vida, elevando tus manos en oración y en acción de gracias; si
haces ayuno de obras malas, entonces, de polvo que eres, en la luz
radiante y gloriosa de Cristo te convertirás”.
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