lunes, 20 de enero de 2020

“El Hijo del hombre es señor del sábado”



“El Hijo del hombre es señor del sábado” (Mc 2, 23-28). Jesús y sus discípulos atraviesan unos sembradíos el día sábado, día en que estaba prohibido por la ley hacer cualquier tipo de trabajo manual. Como los discípulos sentían hambre, comienzan a arrancar las espigas de trigo para comer. Al ver esto, los fariseos se escandalizan y protestan a Jesús por el quebrantamiento de la ley, porque frotar las espigas estaba considerado como un trabajo. Lejos de darles la razón, Jesús les responde con otro ejemplo en el que se quebrantó la ley, cuando David y sus hombres, también azuzados por el hambre, entraron en el templo y comieron de los panes consagrados, que sólo los sacerdotes podían comer. Con esto, Jesús les quiere hacer ver que la ley positiva inventada por los humanos se puede dejar de lado en aras de un bien mayor, en este caso, la caridad, que consiste en saciar el hambre de quien la padece. Pero además la respuesta de Jesús -"El Hijo del hombre es señor del sábado"- tiene otra connotación y es la autoritativa, puesto que Él se auto-establece como quien puede, por propio poder, determinar si se ha quebrantado o no la ley y dar la dispensa para su quebrantamiento, como en este caso.
Nosotros deberíamos aprender de los discípulos de Jesús y también de David y sus hombres y experimentar el hambre, no del cuerpo, sino del trigo convertido en Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía, y deberíamos acudir todos los días al templo para saciar el hambre espiritual de Dios que sólo la Eucaristía puede hacerlo.


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