martes, 7 de enero de 2020

Feria de Navidad 5 070120


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         Los primeros seres humanos en tener noticia del Nacimiento del Niño Dios, después de su Madre, la Virgen y San José, fueron un grupo de pastores y ellos se anoticiaron a causa de los ángeles que se les aparecieron en donde estaban pastoreando y les avisaron que había nacido el Salvador. El relato del Evangelio dice así: “Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz: y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ‘No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: encontraréis al Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, alabando a Dios, diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad’. Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: “Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado”. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho” (Lc 2, 8-20).
         Es necesario reflexionar tanto en la aparición de los ángeles, como en la actitud y respuesta de los pastores, para así tomar ejemplo de ellos y poder vivir un auténtico espíritu navideño. Al momento de recibir la Buena Noticia, los pastores estaban haciendo lo que debían hacer, es decir, estaban cumpliendo su deber de estado, estaban trabajando como pastores y esto es algo indispensable y necesario para recibir al Salvador, según la parábola del siervo prudente: el siervo prudente, el que trabaja, es el que espera al Mesías, en cambio el siervo perezoso, el que no trabaja por pereza, no lo espera. Otro elemento en cuestión, al considerar la escena evangélica, es la pobreza de los pastores, pero no meramente la pobreza material, que sí eran pobres materialmente hablando, sino que además eran pobres espirituales, porque se sabían necesitados de un Salvador y por esta razón, en cuanto oyen que ha nacido el Salvador, acuden a su encuentro. Esta pobreza espiritual, que está estrechamente emparentada con la humildad, es también un requisito indispensable para el encuentro personal con el Hombre-Dios Jesucristo, ya que la riqueza terrena y la soberbia son impedimentos severos. La pobreza espiritual y la humildad son virtudes necesarias que deben estar presentes en el alma, pues Dios tiene predilección por los pobres de espíritu y por los humildes, según la Escritura: “enaltece  los humildes y humilla a los soberbios”.
Otro elemento a considerar es que cuando se aparecen los ángeles, de forma contemporánea los pastores son envueltos en la “gloria del Señor” y esto es un indicativo de que el mensaje angélico es de origen celestial y sobrenatural, que sobrepasa la capacidad de comprensión de la razón humana, precisamente porque no se trata de un mensaje de origen humano y terreno: por esto mismo, no debemos rebajar el anuncio de los ángeles y la consiguiente respuesta de los pastores, al solo nivel de la razón humana, es decir, no podemos racionalizar, naturalizar y humanizar el Evangelio, porque eso le hace perder su esencia sobrenatural. El anuncio angélico es de origen celestial y no una ideología humana.
Inmediatamente después de recibir la Noticia Nueva, los pastores acuden al Pesebre no por curiosidad, sino para adorar a Dios Hijo encarnado, que se les manifiesta como Niño recién nacido, “envuelto en pañales”, en los brazos de la Virgen y Madre de Dios; luego de adorar al Niño, regresan a sus lugares de pertenencia para “dar a conocer” lo que han visto, al tiempo que “glorifican y alaban a Dios por todo lo que habían visto y oído”.
Por todas estas razones, los modelos para vivir una auténtica Navidad son los pastores –junto con los Reyes Magos-, porque ellos dieron asentimiento al anuncio angélico y acudieron a adorar al Salvador. Ahora bien, también son modelos para vivir la Santa Misa, porque para la Misa también se necesitan las virtudes de la humildad y la apertura del espíritu, que debe ser pobre y humilde, porque allí, en la Santa Misa, continúa y prolonga su Encarnación y Nacimiento el Niño Dios, solo que en la Misa se nos manifiesta, no como Niño visiblemente, sino como Pan de Vida eterna.



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