martes, 14 de enero de 2020

“Si quieres, puedes limpiarme”


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“Si quieres, puedes limpiarme” (Mc 1, 40-45). Se le acerca a Jesús un leproso, se arrodilla ante Él y le suplica que, si Él quiere, que lo cure. Jesús, compadecido, extiende su mano, lo toca y le dice: “Quiero: queda limpio” y de inmediato la lepra se quitó de su cuerpo. En el episodio del Evangelio podemos ver algunos elementos: uno de ellos es que, en el leproso, estamos representados todos los hombres, porque la lepra es figura y símbolo del pecado: lo que es la lepra al cuerpo, es el pecado al alma; entonces, si Jesús cura al leproso, quiere decir que puede curar esa lepra del alma que es el pecado y por esa razón es que todos debemos acudir a Jesús para que, en el Sacramento de la Confesión, nos quite la lepra del alma es el pecado. Otro elemento que podemos considerar es cómo el leproso se dirige a Jesús con el título de “Señor” y se postra ante Él, todo lo cual indica que lo reconoce como a Dios; como para nosotros Jesús es Dios y está en la Eucaristía, entonces debemos postrarnos ante la Eucaristía y adorar a Jesús, que es Dios y que está en la Hostia consagrada.
Cuando comulguemos, también digamos, junto con el leproso: “Si quieres, puedes limpiarme” para que los pecados veniales se perdonen y así comulguemos en plenitud de gracia, aunque recordemos que los pecados mortales sólo se perdonan con la confesión sacramental.



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