lunes, 20 de enero de 2020

“Echando en torno una mirada de ira”



“Echando en torno una mirada de ira” (Mc 3, 1-6). Resulta realmente sorprendente esta descripción que hace el Evangelio acerca de la actitud de Jesús en relación a los fariseos: “Echando en torno una mirada de ira”. La actitud de Jesús contrasta con la imagen general que se tiene de Él, el de un Jesús bondadoso y misericordioso, puesto que es la Misericordia Encarnada. Pero es también la Justicia encarnada y esta vez, para los fariseos, que se niegan a la misericordia, porque se niegan a que Jesús cure al hombre con una parálisis en el brazo, por el solo hecho de ser sábado, no cabe otra actitud que la descarga sobre ellos de la Justicia divina. Y es esto lo que justifica la expresión del Evangelio: “Echando en torno una mirada de ira”. La ira de Dios se desencadena sobre el alma que se obstina en el pecado, sobre el alma que se obstina en negarse a obrar la misericordia, en negarse a ser misericordioso, como en este caso los fariseos, que preferían cumplir la ley positiva de no hacer trabajo un día sábado, antes que permitir que Jesús obrara la misericordia, curando su brazo paralítico.
“Echando en torno una mirada de ira”. Debemos tener precaución y no formarnos una idea equivocada de Jesús, la de un Jesús bonachón, que, por caer simpático a todos, deja de obrar el bien para obrar la injusticia: Jesús es Dios y en cuanto tal, es Misericordia Divina encarnada, pero es también Justicia divina encarnada y por lo tanto, no puede dejar pasar por alto las faltas contra la caridad y la misericordia. Seamos precavidos y obremos siempre la misericordia, para no atraer sobre nosotros la mirada iracunda del Hombre-Dios Jesucristo.


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