miércoles, 3 de noviembre de 2021

“¿Dónde están los otros nueve?”

 


“¿Dónde están los otros nueve?” (Lc 17, 11-19). Jesús cura milagrosamente, con su omnipotencia divina, a diez leprosos, pero sólo uno de ellos, que era samaritano, regresa para dar gracias a Jesús por el milagro recibido. Jesús se muestra sorprendido por la ingratitud de los restantes nueve leprosos que, luego de haber sido curados milagrosamente, no han regresado ni siquiera para mínimamente dar las gracias, como sí lo he hecho el samaritano. El episodio nos muestra, por un lado, la gratuidad y la inmensidad del Amor de Dios por nosotros, porque Dios no tiene la obligación de curar nuestras enfermedades y si lo hace, es por su Divina Misericordia; por otro lado, muestra que la inmensa mayoría de los seres humanos, representados en los nueve leprosos curados que no regresan para dar gracias, son igualmente ingratos y desconsiderados para con Dios Uno y Trino. La Trinidad nos da sobreabundantes bienes, materiales y espirituales, naturales y sobrenaturales, todos los días, todo el día, desde el ser, hasta la vida, la existencia, la inteligencia, la  memoria, los dones innatos y muchísimos dones más; nos dona la salvación en Cristo Jesús; nos dona el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad del Cordero de Dios en cada Eucaristía y ni siquiera así somos capaces de dar gracias a Dios, porque estos dones son infinitamente más grandes y valiosos que el simple hecho de ser curados de una enfermedad. No seamos ingratos para con Dios y, en acción de gracias y en adoración, por sus inmensos e infinitos dones, ofrezcámosle el Único Don digno de su Divina Majestad, el Pan de Vida eterna, la Carne del Cordero de Dios, la Sagrada Eucaristía.

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