Jesús multiplica panes y peces (cfr. Jn 6, 1-15).
¿Cómo se produjo este milagro y qué significado tiene? El milagro es un milagro
de orden físico, material, en el que se multiplican, o mejor, se crean de la
nada, los átomos, las moléculas, las células, de la materia que forma parte de
los peces y también del pan, de manera tal que donde antes había un solo pez y
un solo pescado, luego del milagro puede haber diez, cien o mil de cada uno, según
la disposición de la Divina Sabiduría. Jesús puede hacer este milagro desde el
momento en el que es Dios y al ser Dios es Omnipotente y al ser Omnipotente, es
Creador de la materia: crear la materia significa traer al ser y a la existencia
algo que antes no era y no existía, tal como sucedió al inicio de los tiempos,
con la creación del universo. Si Cristo puede crear el universo de la nada, con
su poder divino, no es difícil pensar que también puede crear de la nada un
puñado de panes y un poco de pescados, lo cual, comparado con el milagro de la
creación del universo, es un milagro casi insignificantes. Esto es en cuanto a
cómo se produjo el milagro en sí mismo.
La otra pregunta que nos debemos responder es acerca del
significado: ¿cuál es el significado de este milagro?
Por un lado, tenemos el obvio significado inmediato,
que es el de dar de comer y así satisfacer el hambre de una multitud de unas
diez mil personas, las que se habían congregado para escuchar a Jesús. Con los
panes y los pescados, Jesús satisface el hambre corporal de los hombres.
El otro significado es sobrenatural: el milagro de la
multiplicación de panes es el anticipo y la prefiguración de otro milagro,
infinitamente más grandioso que el de la multiplicación de panes y peces e
incluso también que el de la creación del universo y es la conversión del pan y
del vino en su Cuerpo y en su Sangre. Con su Cuerpo y su Sangre, Jesús
alimentará las almas de sus discípulos, saciando así el hambre espiritual de Dios
y de su Amor, de su Paz, de su Alegría, de su Fortaleza, que todo ser humano
posee desde que nace, aun cuando ni siquiera se dé cuenta de ello.
Jesús multiplica panes y peces en el Evangelio,
saciando el hambre corporal de miles de personas; en la Santa Misa, Jesús hace un
milagro infinitamente más grandioso y es el de convertir el pan y el vino en su
Cuerpo y en su Sangre, para multiplicar su Presencia Eucarística, para alimentarnos
con su divinidad, con el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico. A nosotros,
entonces, no nos da pan material ni carne de pescado, sino el Pan de Vida
eterna, el Pan Vivo bajado del cielo y la Carne del Cordero, la Sagrada
Eucaristía. Postrémonos entonces en acción de gracias y en adoración ante este
milagro de su Sagrado Corazón.
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