lunes, 30 de abril de 2012

Yo Soy la Puerta de las ovejas


“Yo Soy la Puerta de las ovejas” (Jn 10, 1-10). Para afirmar la revelación de la parábola del Buen Pastor, acerca de la inmensidad del Amor divino por el hombre, Jesús hace una nueva revelación: Él no es solamente el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas; es también la Puerta de las ovejas.
En otras palabras, Jesús no se contenta con ser el Buen Pastor: es también la Puerta de las ovejas, y el redil mismo; es decir, Él es el “lugar”  por donde las ovejas pasan para descansar seguras, o salen para pastar cuando quieren alimentarse.
Así como alguien abre una puerta, ya sea para entrar o para salir de un lugar seguro, en el que uno se siente a gusto, así el Sagrado Corazón de Jesús es la Puerta que da acceso al lugar más hermoso que jamás pueda siquiera ser imaginado, el seno de Dios Padre, en donde el Amor trinitario se dona al alma que allí llega con toda su fuerza y con todo su ser.
“Yo Soy la Puerta de las ovejas, el que entra por Mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento”. El Sagrado Corazón de Jesús es la Puerta de acceso al Padre y a su Amor; el que, hambriento, sediento, con frío, y huyendo de los espíritus malignos de los aires, llama a la puerta y golpea, se le abre, y se le hace pasar, y allí encuentra no sólo un hogar cálido y acogedor, sino también una comida exquisita, la Carne del Cordero, el Pan Vivo bajado del cielo, y el Vino de la Alianza Nueva y Eterna.
Y además, el que golpea a esta Puerta y entra, encuentra que es recibido por tres comensales que comparten gustosos con él la cena: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo.
“Yo Soy la Puerta de las ovejas”. El alma que golpee a las puertas del Sagrado Corazón –el alma que consume la Eucaristía-, entrará y encontrará en él los pastos verdes y abundantes y el agua fresca de la gracia y el Amor divinos.

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