lunes, 23 de abril de 2012

Trabajad por el Pan que da la vida eterna, la Eucaristía



“Trabajad por el Pan que da la vida eterna” (cfr. Jn 6, 22-29). Luego de la multiplicación de los panes y peces, la multitud busca a Jesús para hacerlo rey. Jesús sabe que lo que los motiva es el hecho de haberles satisfecho el hambre corporal, y no sus enseñanzas sobre la vida eterna. Por eso les dice que trabajen, es decir, que se preocupen, no por el pan material, inerte, que solo da sustento parcial a la vida corporal, sino por el Pan Vivo bajado del cielo, que da la vida eterna al alma, la Eucaristía.
Jesús quiere corregir la desviación racionalista y materialista de la multitud que, dejando de lado los bienes del cielo, da preferencia exclusiva a las cosas de la tierra: no les importa la Palabra de Dios que Jesús les transmite, sino el hecho de que han podido satisfacer el hambre corporal.
         Muchos cristianos de hoy, al igual que la multitud del evangelio, cometen el mismo error materialista: dejan de lado la Eucaristía, el Pan de Vida eterna, por las satisfacciones y placeres del mundo; muchos, la gran mayoría, considera a la Eucaristía como algo sin valor real, como un mero símbolo religioso, vacío de contenido, un simple pan bendecido, y en consecuencia, dedican sus esfuerzos a obtener toda clase de bienes materiales,  de honores mundanos y de satisfacciones terrenas.
Muchos se darán cuenta, al final de sus vidas, en el juicio particular, que deberían haber prestado atención antes a las palabras de Jesús: “Trabajad por el Pan que da la vida eterna”.

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