martes, 3 de abril de 2012

Martes Santo


“Judas tomó el bocado y Satanás entró en él” (Jn 13, 21-38). El evangelista Juan describe la posesión demoníaca de la que es objeto Judas Iscariote (al plasmar la escena en un cuadro, el artista alemán Ratgeb coloca, junto al bocado tomado por Judas, una mosca en la que representa al diablo que ingresa en el traidor). Es evidente que Juan está iluminado por el Espíritu Santo, y puede ver por esto mismo al demonio, en el momento en el que ingresa en Judas para poseerlo, lo cual sucede tan solo pocos momentos después del anuncio de Jesús de que uno de los Doce lo traicionará: “Uno de ustedes me entregará”.

La descripción de la posesión demoníaca, que se produce en el momento de la ingesta de un bocado de comida –“En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él”-, es completada por el evangelista con un detalle que puede parecer menor, pero que tiene un significado sobrenatural: “En seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Afuera era de noche”. La noche mencionada es la noche cosmológica, pero es también la noche del espíritu en la que se encuentra Judas, al haber despreciado escuchar los latidos del Sagrado Corazón, para preferir escuchar el tintineo metálico de las monedas de plata, el pago del Sanedrín por su traición, traición que finalizará con su muerte terrena y también con su muerte eterna, al condenarse en el infierno.

A medida que avanza la Semana Santa, las fuerzas de las tinieblas se van haciendo cada vez más audaces, al lograr introducirse en el seno mismo del Colegio Apostólico y obtener, desde ahí, la entrega y posterior condena a muerte de Jesús.

Lamentablemente, la traición de Judas no es la única; a lo largo de los siglos, y aún en nuestros días, los nuevos judas conspiran en la sombra para intentar destruir, no ya el Cuerpo físico de Jesús, el que fue crucificado, sino su Cuerpo Místico, la Iglesia, por medio de la introducción de reformas que atentan contra su esencia, como el celibato optativo, la ordenación de mujeres, la comunión de divorciados, la aceptación como Iglesia del aborto y de la eutanasia.

Hoy, como ayer, Satanás intenta destruir los proyectos divinos de salvación, pero también hoy, como ayer, Dios triunfa desde la Cruz y desde la Eucaristía.



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