“Sabemos de dónde viene” (cfr. Jn 7, 1-2.10. 25-30). La afirmación de los contemporáneos de Jesús revela el exacto opuesto de lo que afirma: afirma que ellos saben de dónde viene Jesús, porque conocen a sus padres –“es el hijo del carpintero”, “es el hijo de María”-, pero en realidad desconocen por completo de dónde viene Jesús.
Creen saber que es un hombre más, un carpintero que se ha convertido en rabbí religioso, pero en realidad desconocen por completo el origen de Jesús. No saben, porque no tienen ninguna manera de saberlo, que Jesús procede eternamente del Padre, como Él mismo se los dice –“procedo del Padre”-, y que por lo mismo, Él es Dios Hijo, engendrado en la eternidad en el seno de Dios. Creen que lo saben todo sobre Jesús, porque conocen su origen humano, pero en realidad no saben nada, porque desconocen por completo su origen eterno y divino.
Lo mismo sucede con la Eucaristía: se cree que se sabe todo sobre la Eucaristía, porque se conoce su origen terreno, porque se sabe que ha sido elaborada con harina sin levadura, y porque se la bendice en una ceremonia religiosa, para distribuirla a fieles piadosos; pero en realidad, no se sabe nada de la Eucaristía: no se sabe nada acerca de su origen eterno, en el seno del Padre, porque es de ahí de donde proviene Dios Hijo, que prolonga su encarnación en el sacramento del altar; no se sabe nada de la Eucaristía, porque no es lo que parece, pan sin levadura, sino el Cuerpo resucitado del Señor Jesús; no se sabe nada de la Eucaristía, porque no se trata de un pancito bendecido en una ceremonia religiosa, sino el Sacramento del altar, es decir, el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Jesús, consagrado en la Santa Misa, que más que ceremonia religiosa, es la renovación incruenta del santo sacrificio de la cruz; no se sabe nada de la Eucaristía, porque se piensa que lo que se aprendió de memoria en el catecismo, para hacer la Primera Comunión, es todo lo que hay que saber, quedando por lo tanto un conocimiento precario, sin saber que la Eucaristía es el Carbón Ardiente, el Cuerpo de Jesús inhabitado por el fuego del Espíritu, que incendia las almas y los corazones en el fuego del Amor divino.
“Sabemos de dónde viene”. La presunción de saber de dónde viene Jesús, cuando en realidad no lo sabían, los llevó a matar a Jesús, creyendo que mataban al “hijo del carpintero”.
“Sabemos de dónde viene la Eucaristía”, repiten hoy quienes abandonan la Iglesia. La presunción de saber de dónde viene la Eucaristía, cuando en realidad no lo saben, los lleva a alejarse de la Misa, creyendo que se alejan de una ceremonia “aburrida” y vacía.
La diferencia con los contemporáneos de Jesús, es que ya no pueden matar a Jesús. Lo único que hacen es matar sus propias almas.
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