“El Espíritu Santo les enseñará todo” (cfr. Jn 14, 21-16). Jesús promete el envío del Espíritu Santo, una vez que Él haya pasado por su Pasión, muerte y resurrección. El Padre enviará, en su nombre, al Espíritu Santo, el cual ejercerá una tarea esencial para
Esta misión de enseñanza, por parte del Espíritu Santo, es absolutamente necesaria, pues los discípulos han demostrado no entender nada de lo que Jesús les dice.
En la tormenta que casi hunde la barca, los discípulos ven acercarse a Jesús, y gritan aterrorizados, pensando que es “un fantasma”; no entienden que se trata de Jesús en Persona, que viene caminando sobre las aguas.
En la Última Cena, ante la profecía de Jesús de su próxima muerte, y su paso al Padre, no entienden de qué está hablando, ni se dan cuenta de que Jesús está a punto de morir, y no entienden que Él es el camino al Padre. Tomás dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?”.
En el Huerto, no entienden que Jesús necesita la ayuda de la oración y la compañía cercana de quien Él considera sus amigos, ante la inminencia de los dolorosos y amargos acontecimientos de
En el Monte Calvario, no entienden que el que allí muere, de muerte atroz y cruel, no es un maestro iluminado, que ha iniciado una nueva religión, sino el Hombre-Dios, que entrega su Vida por Amor, para derramar el Espíritu Santo sobre la humanidad entera.
Pero tampoco en
Tampoco entienden Pedro, Juan, y los demás discípulos, que ven a Jesús ya resucitado, en la orilla, hasta que Juan dice: “Es el Señor”.
Es por esto que es necesario e indispensable el envío del Espíritu Santo, por parte del Padre, en nombre de Jesús, para que enseñe a los discípulos acerca de los sublimes misterios sobrenaturales de la vida de Jesús, y es necesario e indispensable
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