“El
Reino es como la levadura que fermenta la masa” (Lc 13, 18-21). Con la apacible figura de un ama de casa que amasa
el pan, Jesús nos grafica, con admirable pedagogía divina, la existencia de la
gracia y su acción sobre el alma del hombre.
En el ejemplo, la levadura es la gracia
santificante, mientras que la masa es la humanidad: así como la levadura,
siendo pequeña en relación a la masa, hace que esta aumente varias decenas de
veces su tamaño original, conviertiéndola en la materia apta para el pan, así
también, la gracia santificante, actuando sobre el hombre, hace que este se
convierta de la pequeñez de su condición humana, en hijo de Dios, lo cual
supone un salto cualitativo imposible de cuantificar, ya que se vuelve
partícipe de la naturaleza divina.
Y
de la misma manera, a como la levadura, actuando en la masa, la vuelve apta
para que, por acción del fuego, se convierta en pan, y así la mujer lo lleve a la mesa para ser comido, así la gracia
santificante, actuando sobre la naturaleza humana, la vuelve apta para ser
trigo de Dios que, consumido por el Fuego del Espíritu Santo, y cocido en ese el
horno ardiente de caridad que es el Sagrado Corazón de Jesús, sea ofrecido por
María Santísima en holocausto, ante el altar de Dios, como hostia santa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario