jueves, 8 de septiembre de 2016

“¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!”



“¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!” (Lc 6, 20-26). Con sus “ayes”, del mismo tenor que los “ayes” dirigidos contra los escribas y fariseos, Jesús advierte a sus discípulos acerca de un grave peligro: el ser admirados por el mundo, entendido este como el espíritu mundano que, por su malicia intrínseca, se opone frontalmente al Espíritu de Dios. En este caso particular, el “ay” de Jesús, acerca de las alabanzas de los hombres mundanos recibidas por los cristianos, es un criterio para discernir cuán lejos o cerca estamos de Jesucristo y sus bienaventuranzas: cuanto más cerca del mundo estemos –y por eso recibimos sus alabanzas-, más lejos del Hombre-Dios nos encontramos, siendo merecedores de sus “ayes”.
¿Cuál es la razón del “ay” para un discípulo de Jesucristo, al que todo el mundo alaba? La razón es que, para ser alabado por el mundo, se necesita ser apartados de Jesucristo, de sus bienaventuranzas, de sus mandatos y de su cruz. La razón del “ay” de Jesús es que el mundo alaba y ensalza a quienes se oponen radicalmente a las enseñanzas de Jesús, es decir, a quienes predican el error, la falsedad, la herejía y el cisma. Si un cristiano recibe las alabanzas del mundo anti-cristiano, entonces esto significa que ese tal cristiano ha cometido el peor de los crímenes, y es la apostasía; significa que dicho cristiano ha abandonado la Verdad y ha abrazado el error; significa que ese cristiano ha dejado de lado los Mandamientos de Jesucristo, para abrazar los mandamientos de Satanás; significa que ese cristiano no está ya más guiado por el Espíritu Santo y está esclavizado por el espíritu del mal, el Ángel caído, Satanás, el “Príncipe de este mundo”; significa que ese cristiano ha cometido el peor de los pecados: la apostasía de la Verdad y el abrazo del error. La contrapartida del elogio del mundo a los apóstatas es el odio del mundo a los que permanecen fiel a la Sabiduría encarnada, Jesucristo, y estos son los santos y los mártires, que renuncian a la propia vida, antes que ceder frente a las herejías y cismas.

“Ay si todo el mundo habla bien de vosotros”. El “ay” de Jesús, dirigido a sus discípulos, es un criterio para que sepamos si nos encontramos en el camino que lleva al cielo, o en la autopista pavimentada que conduce al infierno. El mundo habla bien y ensalza a aquellos que pertenecen al mundo, y si esto es reprobable en cualquier hombre, lo es mucho más para un discípulo de Cristo, porque las alabanzas mundanas son proporcionales al abandono de la Verdad divina revelada en el Hombre-Dios Jesucristo. Y quien voluntariamente se aleja de la Verdad Absoluta de Dios, encarnada y revelada por Jesucristo, se acerca también voluntariamente al error y al pecado; quien recibe los elogios del mundo, se coloca bajo las alas y las garras del Príncipe de este mundo y Padre de la mentira, Satanás y se aparta libremente de la Verdad y Sabiduría de Dios encarnada, Jesucristo.  

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