“Herodes
trataba de ver a Jesús” (Lc 9,7-9). Herodes
trata de ver a Jesús, dice el Evangelio, pero su deseo se origina, ante todo,
por curiosidad vana y no por deseos de amistad: no sabe si es Elías, que ha
resucitado, aunque está seguro que no es Juan Bautista, porque él mismo lo ha
hecho decapitar. Herodes trata de ver a Jesús, y esto nos debería hacer
reflexionar a nosotros, los cristianos: Herodes era un hombre que no amaba a
Jesús y cuyos mandamientos no los tenía en cuenta, y sin embargo, “trataba de
ver a Jesús”; ¿qué sucede con nosotros, que somos cristianos, que somos, en
teoría sus discípulos y seguidores; que somos sus hermanos por el bautismo,
pues tenemos a Dios por Padre, a la Virgen por Madre y a Él como hermano? ¿Qué
sucede con nosotros, que estamos llamados a ser sus amigos y a corresponderle
en el amor que Él nos ha demostrado muriendo por nosotros en la Cruz? ¿Tratamos
de ver a Jesús? Obviamente, no nos referimos a verlo sensiblemente,
corporalmente, con los ojos del cuerpo, sino que nos referimos a la luz de la
fe, que ilumina al alma y que, en virtud de esta fe, sabemos que está en el
sagrario, oculto en la Eucaristía, en la apariencia de pan. ¿Tratamos de “ver”
a Jesús en su Presencia Eucarística? ¿Acudimos al sagrario para “ver” a Jesús
oculto en la Eucaristía, con los ojos de la fe? ¿Acudimos a la Santa Misa para “ver”
a Jesús que renueva su Sacrificio de la Cruz en el Altar Eucarístico? ¿Tratamos
de “ver” a Jesús en la Eucaristía, para agradecerle por haber dado su vida por
nosotros, para decirle que lo amamos y que deseamos contemplarlo y verlo, cara
a cara, en la bienaventuranza eterna del Reino? ¿Tratamos de ver a Jesús con la
luz de la fe en el sagrario? ¿No será que, en el fondo, Herodes, con todos sus
vicios, defectos y pecados, tenía más amor a Jesús que nosotros, porque al fin
de cuentas, él trataba de verlo, pero nosotros, en cambio, preferimos ver el
mundo y sus atractivos, antes que ver a Jesús por la luz de la gracia y de la
fe?
No hay comentarios:
Publicar un comentario