martes, 23 de agosto de 2016

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad!”


“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad!”. Jesús se queja de los fariseos, que eran personas religiosas, y les reprocha que justamente ellos, que son religiosos, se han olvidado de lo esencial de la religión: la justicia, la misericordia y la fidelidad. La religión es la relación con Dios, que es Uno y Trino, y así como sucede entre humanos que, cuando se quiere entablar una relación de amistad, se debe tener valores en común –“lo semejante llama a lo semejante”-, dice Aristóteles, así también con Dios, el hombre debe tener en común con Dios aquello que distingue a Dios, que es la justicia, la misericordia y la fidelidad. Dios es Justo, de lo contrario, si fuera in-justo, sería imperfecto y por lo tanto dejaría de ser Dios, que es infinitamente perfecto; Dios es misericordioso y, aún más, es la misericordia en Persona y fuente de toda misericordia; Dios es fiel, porque la fidelidad es una característica de la perfección del Ser divino trinitario. Por lo tanto, si el hombre quiere ser religioso, es decir, si quiere establecer un diálogo de amor y una comunión de vida con las Tres Divinas Personas, debe ser –o, al menos, tratar de ser- justo, misericordioso y fiel. De lo contrario, es decir, si el hombre es injusto, inmisericordioso e infiel, no puede entablar una relación religiosa con Dios y, aunque se vista como religioso, aunque vaya al templo todos los días, aunque lea la Palabra de Dios todos los días, sus actos de religión no le valen de nada ante Dios, porque no son agradables a Dios.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad!”. Debemos tener en cuenta que el reproche de Jesús no se dirige a ateos, es decir, a quienes no creen en Dios; no se dirige a quienes no frecuentan el templo: se dirige a hombres religiosos, los fariseos, que están en el templo todo el día, pero que a pesar de eso, se han olvidado –han dejado de lado- lo que, por estar en el templo, deberían tener en primer lugar: la justicia, la misericordia y la fidelidad. Siendo religiosos, se han vuelto injustos, carentes de misericordia, e infieles a Dios, porque lo han abandonado por el culto de sí mismos.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad!”. Jesús califica duramente a los fariseos, llamándolos “hipócritas”, pero no debemos creer que ese reproche se limita solo a ellos, porque como cristianos, formamos el Nuevo Pueblo Elegido, y si no somos justos, misericordiosos y fieles a Dios, también a nosotros nos cabe el mismo reproche y la misma advertencia de Jesús: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad!”. Para que Jesús no nos tenga que reprochar como a los fariseos, tenemos que procurar ser justos –es una injusticia, por ejemplo, que un cristiano ame más al dinero que a Dios-, misericordiosos –practicando las obras de misericordia que nos indica la Iglesia- y fieles –sobre todo a Dios, no abandonando la Misa dominical por las distracciones mundanas-.


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