miércoles, 31 de agosto de 2016

“Las multitudes lo buscaban”


“Las multitudes lo buscaban” (Lc 4, 38-44). En el Evangelio se narra que Jesús “curaba muchos enfermos” y “expulsaba demonios”, y por ese motivo, “una multitud lo buscaba”. Buscar a Jesús para pedirle que nos cure alguna enfermedad, para que nos dé alivio en alguna tribulación, para que nos proteja de las acechanzas del Tentador de las almas, no está mal; aún más, es lo que hay que hacer. Sin embargo, no deja de ser, en el fondo, una actitud egoísta, porque se busca a Jesús sólo por el hecho de que encontrarnos con Él puede reportarnos algún beneficio.
“Las multitudes lo buscaban”, dice el Evangelio, aunque lo buscaban, como podemos ver, no por lo que es Él en sí mismo, sino porque hacía milagros y expulsaba demonios. ¿Qué sucede con nosotros? ¿Buscamos a Jesús, como la multitud? Y si lo buscamos, ¿lo hacemos porque estamos interesados en algún beneficio que nos pueda conceder? Jesús, siendo el Hombre-Dios, puede concedernos todos los milagros y puede “solucionar” todos nuestros problemas, de todo tipo –salud, monetarios, afectivos-, pero si buscamos a Jesús sólo por esto, estamos demostrando que, en el fondo, tenemos una actitud egoísta para con Jesús, porque lo buscamos por lo da y no por lo que Es.
Mucho más que solucionarnos nuestros problemas y tribulaciones, Jesús quiere que lo busquemos para entregarnos el contenido de su Sagrado Corazón Eucarístico, su Sangre Preciosísima, que contiene al Amor de Dios, el Espíritu Santo.

Jesús está en la Eucaristía, en Persona, con su Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad. ¿Voy a buscarlo? Y si voy al sagrario, ¿voy para pedirle dones, milagros, favores? ¿O voy para recibir el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico? Es para esto que tenemos que buscar a Jesús, por lo que es Él, Dios de infinita majestad, que quiere darnos el Espíritu Santo contenido en su Sagrado Corazón Eucarístico. Para esto es que lo tenemos que buscar, al menos en primera instancia y luego, solo luego, para pedirle algún don o favor. ¡María Santísima, Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que yo busque a tu Hijo Jesús en el sagrario, por lo que ES, y no por lo que da!

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