En la dedicación de un templo, lo que hace la Iglesia es
ofrecer a Dios una obra hecha por manos humanas, para que Él, con su santidad,
la convierta en algo sagrado, en algo que es de su propiedad, en algo que ya no
pertenece al mundo y por lo tanto está separado de todo lo que es profano y
mundano. El templo, de mera construcción material hecha por el hombre, pasa a
ser un lugar consagrado a Dios por la santidad divina y destinado a ser un
lugar en el que los hombres se congregan para rendir culto a Dios, para proclamar
su Palabra y celebrar sus sacramentos, el principal de todos, la Eucaristía. Al
ser consagrado a Dios, el edificio no se puede usar para ninguna otra actividad
que no sea la de dar culto a Dios, so pena de profanarlo y, con la profanación
del templo, profanar a su Dueño, que es Dios. El templo consagrado se
convierte, además de lugar de culto a Dios, en un signo visible de la presencia
divina en el mundo, más específicamente, de la presencia de Jesucristo en el
mundo, puesto que se contradistingue radicalmente de todo otro edificio mundano.
El hecho de estar consagrado a Dios y de ser el lugar de la Presencia de Dios
en medio del mundo, hace que el templo deba ser respetado como se lo merece,
como un lugar sagrado, y esto implica que se deben evitar las conversaciones,
no solo las mundanas, sino toda conversación que no sea verdaderamente
necesaria para la santidad y el culto debido a Dios; se deben evitar los
pensamientos inútiles y vanos; se deben evitar las canciones profanas y
mundanas; se deben evitar las vestimentas que ofenden a la majestad divina y
que no condicen con la aspiración a la santidad de los fieles, hijos de Dios;
se deben evitar, en definitiva, cualquier comportamiento mundano, y puesto que
Dios no habla en el estrépito, sino en la “suave brisa”, es decir, en el
silencio, el silencio, tanto exterior, como interior, son los que deben
caracterizar al templo, para que el hombre pueda escuchar, en lo profundo de su
ser, la dulce voz de Dios. El templo es lugar de oración, de contemplación de
los misterios de Dios, de reflexión y meditación en la Palabra de Dios, y no es
un lugar para amenizar, ni para convertirnos en espectadores de una función
teatral.
Al
consagrar el templo o la iglesia a Dios, se lo dedica a Él y se le entrega este
templo como una ofrenda, para que su Presencia divina llene el espacio, lo
convierta en algo sagrado y por lo tanto digno de Él, de manera que los
hombres, al estar ante la Presencia de Dios en un lugar consagrado, abandonen
su mundanidad, hagan el propósito de alejarse del pecado y se decidan a vivir
en gracia y santidad.
Ahora
bien, el templo material, es decir, la construcción humana convertida en
sagrada por la santidad de Dios es,a su vez, es la prefiguración del hombre
convertido en mera creatura en hijo de Dios y en “templo del Espíritu Santo”
por la acción de la gracia santificante, por lo cual, todo lo que se dice del
templo consagrado, se dice del cuerpo y del alma del hombre que ha recibido la
gracia de la divina filiación y la gracia de que su cuerpo y su alma sean
templos de Dios. Así como el templo está dedicado a Dios y nada profano puede
entrar en él, así también el cristiano está consagrado a Dios y nada profano,
mundano, pecaminoso, puede contaminar, ni su alma, ni su corazón, ni su cuerpo,
porque ya no le pertenecen a él, sino a Dios. Y de la misma manera a como el
templo se profana con palabras, músicas, acciones mundanas, así también el
cristiano, al permitir palabras, música, acciones profanas y mundanas, profana
el templo de Dios que es su cuerpo, ofendiéndolo en su majestad.
El
cristiano, por el solo hecho de ser cristiano, es templo de Dios en su cuerpo y
en su espíritu y su corazón es altar en donde debe ser bendecido, amado y
adorado Jesús Eucaristía. Éste es el sentido de la consagración del cristiano como
templo de Dios en el bautismo y todo lo que atente contra esta consagración, debe
ser evitado, como si de la peste se tratase, y es el sentido de que el cristiano debe distinguirse del mundo como signo de la presencia de Dios, como lo es un templo.
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