¿Cómo fue el Nacimiento de Jesús? Tendremos una idea,
ligeramente cercana, si nos representamos a un diamante que recibe, en su parte
superior, un potente rayo de luz de sol.
Cuando el diamante, que es roca cristalina, recibe la luz, a
diferencia del resto de los cuerpos materiales, que refractan la luz, es decir,
no la incorporan en sí mismos, sino que la desvían, el diamante, por el
contario, tiene la propiedad de atraparla en su interior, y esta capacidad es
lo que le da su brillo característico. En un proceso posterior, luego de haber
atrapado la luz, el diamante emite la luz encerrada, dando lugar a una emisión
de luz desde su interior, y lo hace de manera tal que el rayo de luz puede ser
percibido en su luminosidad original, blanca, o en los colores que integran la
luz. Esto es lo que sucede, por ejemplo, en el caso que nos imaginamos, el del
diamante que recibe un rayo de luz de sol, desde su parte superior.
Ahora debemos trasladar las imágenes y aplicarlas a seres
reales, para darnos una idea del Nacimiento virginal y milagroso del Niño Dios:
el diamante, roca de cristal, límpida, transparente y pura, es figura de la
Virgen María, Ella también Roca, como su Hijo Jesús, y más transparente, más
pura y más límpida que el cristal, por ser la Inmaculada Concepción, por ser la
Llena de gracia, por ser la Inhabitada por el Espíritu Santo; la luz de sol,
que ingresa sobre este diamante celestial que es la Virgen, es Jesucristo,
“Dios de Dios, Luz de Luz”, como rezamos en el Credo; Él es la luz de Dios, es
Dios, que es Luz: “Yo Soy la luz del mundo”; Él alumbra con la luz purísima que
emana de su ser trinitario, a los ángeles y santos en el cielo, porque es el
Cordero, “la Lámpara” de la Jerusalén celestial; Él es quien nos ilumina en la
tierra, a los que pertenecemos a la Iglesia Militante, con la luz de la fe, de
la gracia y de la verdad. Cristo, Luz eterna de Luz eterna, baja del cielo,
desde el seno de Dios Padre, al seno de la Virgen Madre, y como Luz divina que
es, queda encerrado y alojado, a resguardo, en el seno de María, así como el
diamante atrapa la luz del sol cuando es iluminado por esta. Luego, en el
momento del Nacimiento, Cristo Luz eterna, emerge de María, así como la luz
emerge del diamante, y lo hace Cristo dejándola intacta en su virginidad, así
como la luz no daña al diamante.
Cristo,
Luz de Luz, desciende del seno del Padre en la Anunciación, ingresa desde lo
alto en María Santísima, por la Encarnación, y en la Nochebuena, estando María
Santísima arrodillada, sale a través de la parte superior de la pared abdominal
de María Santísima, como la luz del sol que atraviesa el cristal diamantino,
dejando intacta la virginidad de María antes, durante y después de su
Nacimiento. El Nacimiento fue entonces como un potente rayo de sol que
atraviesa un diamante, dejándolo intacto antes, durante y después de pasar por
él: así Nuestro Señor Jesucristo, Dios de Dios y Luz de Luz, salió del seno
virgen de María Santísima, conservando intacta su virginidad, antes, durante y
después del milagroso parto.
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