“Yo
no soy el Mesías” (Jn 1,19-28). Dice el
Evangelista Juan que, “cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde
Jerusalén, para preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, Juan el Bautista “confesó y no
lo ocultó, sino que dijo claramente: ‘Yo no soy el Mesías’”. Pero luego, ante
la insistencia de los enviados de los judíos, Juan el Bautista especifica aún
más: él no es “Elías”, ni “el Profeta”, sino “una voz que grita en el desierto:
‘Allanen el camino del Señor’”. También dirá del Mesías que Él bautizará con “Espíritu
Santo y fuego”, mientras que él, el Bautista, bautiza solo con agua. Es importante
para el cristiano conocer la figura y la misión del Bautista, porque todo
cristiano está llamado a imitar y a prolongar, en su vida cotidiana, la figura
y la misión del Bautista: al igual que el Bautista, que predica en el desierto,
viviendo austera y sobriamente, vistiendo con piel de camello y alimentándose
de miel silvestre y de langostas, anunciando al Mesías, el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo y que bautiza con fuego y Espíritu Santo, así también
el cristiano, está llamado a predicar, más que con sermones, con el ejemplo de
vida sobrio, austero y casto, en el desierto sin Dios en el que se ha
convertido el mundo, que el Mesías, el “Cordero de Dios que quita los pecados
del mundo” ha llegado y está en la Eucaristía, vivo, glorioso y resucitado, y
que bautiza con “fuego y Espíritu Santo” en la Iglesia, en el bautismo sacramental,
porque en el bautismo sacramental, Jesús infunde el Espíritu Santo en el alma,
que es fuego de Amor Divino, quitando el pecado y concediendo la filiación
divina.
“Yo
no soy el Mesías; soy una voz que grita en el desierto: ‘Allanen el camino del
Señor’”. Todo cristiano está llamado a ser otro Bautista, que clame que
Jesucristo es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo y que está
Presente, vivo, glorioso y resucitado, en la Eucaristía. Y, al igual que Juan
el Bautista, que dio su vida testimoniando la verdad de Jesús como Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo, así también el cristiano, de la misma manera,
debe estar dispuesto a dar su vida por la misma verdad; la verdad de Jesús
Eucaristía como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
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