sábado, 16 de marzo de 2019

“Amad a vuestros enemigos”



“Amad a vuestros enemigos” (Mt 5, 43-48). Jesús deja un mandamiento nuevo: amar a los enemigos. Ante este mandato, cabe preguntarse cuál es la novedad del mandamiento de Jesús, porque antes de Jesús, en el Antiguo Testamento, también había un mandamiento en el que se mandaba “amar al enemigo”. La diferencia es la cualidad del amor con el que Jesús manda amar al enemigo: en el Antiguo Testamento, se manda amar con el amor humano, un amor que es frágil, imperfecto, que se deja llevar por las apariencias y que, por propia naturaleza, es limitado. El amor al enemigo podía limitarse, en el mejor de los casos, a dar un trato benevolente y compasivo al enemigo vencido. Pero en el mandato de Jesús hay una diferencia substancial, una diferencia que hace que el mandato sea realmente nuevo, a pesar de que este mandato esté formulado de la misma manera. La clave para saber cuál es el amor con el cual hay que amar al enemigo, está en las palabras de Jesús, cuando dice: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado” (Jn 13, 34). Es aquí en donde radica la diferencia substancial en relación al Antiguo Testamento: “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado (…) amen a sus enemigos como Yo los he amado”. ¿Y cómo nos ha amado Jesús? Jesús nos ha amado, por un lado, hasta el extremo de la cruz, de dar la vida por nuestra salvación, porque siendo nosotros sus enemigos por el pecado, aun así, Jesús no solo no pidió el castigo justo que nos merecíamos, sino que intercedió ante el Padre para que nos perdonara –“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”-, sino que además derramó su Sangre y entregó su vida por nosotros en el altar de la Cruz. Por otro lado, Jesús nos amó con su Amor, con el Amor de su Sagrado Corazón, el Espíritu Santo, y esta es otra diferencia radical con el mandato del Antiguo Testamento: ya no debemos amar al enemigo con nuestro imperfecto amor humano, sino que debemos amarlo con el Amor con el que nos amó Jesús, el Amor de Dios, el Espíritu Santo.
Por último, ¿dónde conseguir el amor necesario para cumplir con el mandamiento de Jesús, es  decir, para amar al enemigo como Él nos amó?
El lugar adonde debemos ir a buscarlo es allí donde está el Amor de Dios, en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús. Alimentándonos de la Eucaristía, recibiremos el Amor de Dios, el Espíritu Santo, con el cual podremos amar al enemigo con el Amor con el que Cristo nos amó desde la Cruz.

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