viernes, 8 de marzo de 2019

Viernes después de Cenizas 2019



En Cuaresma, la Iglesia ingresa místicamente con Cristo en el desierto. ¿Por qué el desierto? En el desierto hay soledad, calor abrasador durante el día, frío que hiela los huesos durante la noche; hay alimañas de todo tipo, como arañas, escorpiones, alacranes; hay animales y bestias peligrosas y feroces, como las serpientes y también felinos como los leones. El desierto es un lugar árido, en donde solo crecen matas secas; el desierto es lugar en donde no florece la vida; el desierto es sinónimo de muerte; el desierto es sinónimo de carestía de todo tipo; es sinónimo de sed y de hambre; es sinónimo de muerte, porque quien se adentra en el desierto, corre el serio riesgo de morir, por cualquiera de los factores mencionados. ¿Por qué Jesús se interna en el desierto y qué significa que la Iglesia ingrese, místicamente y sobrenaturalmente, pero realmente, en el desierto?
Ante todo, el desierto es sinónimo también de esta vida terrena, porque si vivimos en esta vida, es porque hemos perdido el Paraíso original, a causa del pecado original. Además, el desierto y su soledad son un símbolo del alma sin Dios, que ha perdido el jardín florido de la gracia a causa del pecado. Así como en el desierto hay un calor abrasador, así el alma en esta vida, sin Dios, experimenta el ardor de las pasiones que, sin el control de la razón iluminada por la gracia, la hacen arder en la concupiscencia; así como en el desierto hace frío glacial durante la noche –la temperatura desciende varios grados por debajo del cero-, así en esta vida, cuando está sin Dios, el alma experimenta el frío del corazón sin amor ni a Dios ni al prójimo. Así como en el desierto hay alimañas de todo tipo, además de bestias salvajes, que ponen en riesgo la vida del que se interna en él, así en esta vida terrena, cuando el alma está sin Dios, se ve expuesta a la acción de seres inmensamente más dañinos y peligrosos que las serpientes, los alacranes y los leones y son los ángeles caídos, los espíritus de las alturas que viven en la oscuridad y en sombras de muerte, al estar alejados de Dios, vida y luz eterna, para siempre, y cuyo único objetivo en esta tierra es conducir al hombre a la eterna perdición de su alma. Así como en el desierto se pasa hambre y sed, así también en esta vida, el alma que vive sin Dios, aun cuando beba y se alimente con manjares hasta el hartazgo, se encuentra con sed y hambre espirituales, al no beber la Sangre del Cordero y al no alimentarse con el Pan de Vida eterna, la Eucaristía. Por último, así como en el desierto se corre peligro de muerte, así también en esta vida, que es el desierto espiritual, sin el auxilio de la gracia, el alma cae en pecado mortal, lo cual significa muerte del alma a la vida de Dios, aun cuando el alma viva con aparente vida plena esta vida terrena. Por estas razones, y porque el desierto es símbolo del alma que, por el pecado, vive sin Dios, es que el Hombre-Dios se interna en el desierto, porque bajó del cielo para buscar no a los santos, sino a los pecadores, es decir, a aquellos que viven en el desierto de esta vida terrena, alejados de Dios.


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