martes, 5 de marzo de 2019

“El que deje todo por Mí, recibirá el ciento por uno, persecuciones y la vida eterna”



“El que deje todo por Mí, recibirá el ciento por uno, persecuciones y la vida eterna” (Mc 10, 28-31). A la frase de Pedro, que le dice que ellos “lo han dejado todo y lo han seguido”, Jesús revela qué les espera a cambio a quienes esto hagan: recibirán en esta vida el ciento por uno en lo que dejaron –casas, familias, bienes-, pero también persecuciones y, en la otra vida, recibirán la vida eterna.
Es decir, para aquel que deje todo –literalmente hablando- por Jesús, recibirá cien veces más, pero además persecuciones y la vida eterna. Esto es así porque es verdad lo que dice la Escritura, que “Dios no se deja ganar en generosidad” y si alguien le da una manzana, dice San Alfonso, Dios le da un buey. Es decir, si alguien deja casa, familia, bienes materiales, por causa de Dios, siguiendo la vida consagrada, recibirá el ciento por uno, porque a partir de entonces tendrá una nueva casa, la Iglesia Católica; tendrá una nueva familia, la familia de los hijos de Dios y los bienes materiales de la Iglesia pasarán, en un modo amplio, a ser suyos, en el sentido de que podrá aprovecharse de ellos. Esto es válido, ante todo, para los que siguen la vida consagrada, lo cual requiere un desprendimiento total de lo que pertenece a la vida previa a la consagración, aunque también se puede aplicar, pero en un sentido más amplio, a un laico que, aun sin haberlo dejado todo literalmente, sin embargo se dedica con mucho ahínco y dedicación al servicio de Dios y su Iglesia.
Pero el que deja todo por Jesús no solo recibe el ciento por uno en lo que dejó, sino que recibe, dice Jesús, dos cosas más, que antes no tenía: persecuciones y la vida eterna. Esto es así porque quien lo deja todo por Jesús, pasa a participar con más plenitud de su misterio pascual de muerte y resurrección, misterio que implica la persecución por parte de los poderes de este mundo, poderes que están al servicio del Príncipe de este mundo, el Demonio, Satanás, porque Jesús fue perseguido hasta que le dieron muerte de cruz. Esta persecución está implicada en el seguimiento de Jesús y quien quiera seguir a Jesús, debe estar dispuesto a afrontar, con la ayuda de Jesús, la persecución que Él mismo sufrió. Quien deja todo por Jesús no puede olvidar estas palabras, porque la persecución forma parte de la herencia que el seguimiento de Jesús implica.
Por último, Jesús revela que quien lo deje todo por Él, recibirá algo que no puede ni siquiera imaginar en qué consiste y es en la vida eterna: “El que deje todo por Mí, recibirá el ciento por uno, persecuciones y la vida eterna”, es decir, el Reino de los cielos, en donde el mayor premio será no solo la ausencia de persecuciones y tribulaciones, sino que consistirá en algo que superará infinitamente lo dejado en la tierra por Jesús y hará olvidar por completo las tribulaciones y persecuciones sufridas en su Nombre, y es la contemplación cara a cara de la Santísima Trinidad. Es entonces una señal de bienaventuranza eterna dejarlo todo por Jesús y recibir a cambio persecuciones y tribulaciones.

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