martes, 26 de marzo de 2019

“Perdona setenta veces siete”



Pedro le pregunta a Jesús si con perdonar “siete veces” al prójimo que lo ofende es suficiente y Jesús le responde que no debe perdonar siete veces, sino setenta veces siete, es decir, siempre (Mt 18, 21-35). Para los judíos, el número siete indicaba perfección por lo cual, perdonando siete veces, ya se alcanzaba el límite después del cual se podía aplicar la ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente. La cifra que da Jesús, setenta veces siete, tiene un significado simbólico: significa perdonar siempre, por la razón de que la ley del talión ha sido abolida por su sacrificio en cruz. En la cruz, Cristo nos  ha perdonado con un perdón infinito y es con este perdón infinito con el cual nosotros, los cristianos, debemos perdonar a nuestros prójimos. Al ordenarnos perdonar setenta veces siete, Jesús nos está diciendo que debemos imitarlo a Él, que nos perdonó con un perdón sin límites. Es decir, antes de Jesús, el perdón al prójimo tenía un límite; a partir de Jesús, ese perdón no tiene límites, porque no tiene límites el perdón con el que Él nos perdonó desde la cruz. El perdón sin límites es el verdadero perdón cristiano porque es un perdón que imita y participa del perdón de Cristo en la cruz, aunque hay otra connotación y es el amor con el cual se debe perdonar: si el perdón es sin límites, es porque el Amor con el que nos perdonó Jesús es un Amor sin límites. Al perdón lo debe preceder el Amor, de lo contrario, no es el amor con el que Cristo nos manda perdonar. Cristo nos perdona sin límites porque nos ama sin límites: esas mismas características debe tener el perdón del cristiano para con su prójimo. Un perdón sin amor es tan falso y anti-cristiano como un amor sin perdón. Para poder llamarnos y ser cristianos, debemos perdonar y amar con el mismo amor y el mismo perdón con el que Cristo nos amó y perdonó desde la cruz. Mientras no suceda esto, seremos cristianos solo de nombre.

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