viernes, 1 de marzo de 2019

“No separe el hombre lo que Dios ha unido”



"Matrimonio de la Virgen", 
Phillippe de Champaign, 1644.

“No separe el hombre lo que Dios ha unido” (Mc 10, 1-12). Frente a los fariseos, que reivindican el divorcio porque estaba permitido en la Ley de Moisés, Jesús abroga este divorcio y restablece el matrimonio natural tal como Dios lo pensó y creó desde un principio: el varón se une a la mujer para constituir una sola carne, dejando de ser dos para ser una sola cosa. Luego de restablecer el matrimonio natural, monogámico, Jesús lo elevará a la categoría de sacramento, con lo cual los esposos se unirán a la unión esponsal y mística que existe entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa desde un inicio. De esta manera, los esposos cristianos se convertirán en prolongaciones de esta unión esponsal: el esposo cristiano será imagen de Cristo Esposo y la esposa cristiana, imagen de la Iglesia Esposa. Las características del matrimonio sacramental cristiano –unidad, indisolubilidad, fecundidad- se derivan no de una ocurrencia de un legislador humano, sino de las características del matrimonio místico entre Cristo y la Iglesia: así como la unión entre Cristo y la Iglesia es una, indisoluble y fecunda, así lo es el matrimonio cristiano.
En una sociedad como la nuestra, fuertemente secularizada y paganizada, no se ve el valor del matrimonio, ni del matrimonio natural, ni mucho menos, del matrimonio sacramental, pero como Dios todo lo hace con Sabiduría y Amor, el hecho de que el matrimonio sea monogámico, de uno con una para siempre y que por el sacramento se convierta en prolongación del matrimonio místico entre Cristo y la Iglesia, hace que tanto el matrimonio natural como el sacramental, sean la única fuente de felicidad para el varón y la mujer que desean formar una familia. Se oponen a los planes de Dios el divorcio, la poligamia, el adulterio, el homomonio: son todas formas humanas pecaminosas que trastornan los planes de Dios sobre el hombre y que en vez de darle felicidad, lo único que hacen es provocarle dolor, angustia y muerte.
“No separe el hombre lo que Dios ha unido”. Cuanto más el hombre se empecine en apartarse del diseño original de Dios para el matrimonio –esposo-varón unido a la esposa-mujer unidos hasta que la muerte los separe, en unión esponsalicia sacramental-, tanto más dolor y angustia encontrará el hombre. Sólo cuando el hombre descubra el diseño magnífico de Dios en el matrimonio natural y mucho más en el sacramental, sólo entonces, encontrará la felicidad y la paz que busca y tanto desea.

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