lunes, 28 de octubre de 2019

“Hoy ha entrado la salvación a esta casa”



(Domingo XXXI - TO - Ciclo C – 2019)

“Hoy ha entrado la salvación a esta casa” (Lc 19, 1-10). Jesús va caminando, acompañado por una multitud; mientras pasa a la altura de la casa de Zaqueo, se dirige a este, que se encontraba subido a un sicomoro para poder verlo, a causa de su baja estatura, diciéndole: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Zaqueo obedece y, muy contento, recibe a Jesús en su casa. Al ver la escena, hay algunos que murmuran, criticando a Jesús porque ha entrado en la casa de Zaqueo, que es un pecador, jefe de publicanos y hombre muy rico. Es decir, a muchos les molesta el hecho de que Jesús haya elegido la casa de un pecador para entrar. Sin embargo, el ingreso de Jesús en la casa de Zaqueo cambia las cosas, puesto que, gracias a Jesús, Zaqueo se convierte y decide compartir “la mitad de sus bienes” con los más necesitados, además de devolver “cuatro veces más” a aquel a quien haya podido perjudicar. Visto con ojos humanos, el ingreso de Jesús en la casa de Zaqueo no parece ser lo mejor, puesto que Él es Santo –es Dios Tres veces Santo-, mientras que Zaqueo es un pecador. Sin embargo, visto desde la perspectiva de Dios, es lo que Jesús debía hacer y es lo que Él ha venido a hacer: a convertir a los pecadores. Como consecuencia del ingreso de Jesús en su casa, Zaqueo se convierte, deja de ser pecador, porque ha recibido a Jesús en su casa material y en su casa espiritual, su corazón; ésa es la razón por la que decide dar “la mitad de sus bienes” a los pobres, además de resarcir “cuatro veces más” a quien haya podido perjudicar.
“Hoy ha entrado la salvación a esta casa”. En cada comunión eucarística, se repite la escena del ingreso de Jesús en casa de Zaqueo, un pecador, porque Jesús Eucaristía ingresa, por la comunión, en nuestra casa interior, que es nuestra alma y nuestro corazón. Al igual que Jesús quiso entrar en casa de Zaqueo para comunicarle de su santidad y así convertirlo, así Jesús Eucaristía quiere ingresar en nosotros para comunicarnos la santidad de su Sagrado Corazón Eucarístico, para lograr nuestra conversión. Esta conversión, para que sea real y no fingida, necesita demostrarse por obras de caridad y misericordia. Esto quiere decir que tal vez no compartamos la mitad de nuestros bienes con los pobres, ni tengamos necesidad de devolver cuatro veces más, porque no  hemos estafado a nadie, pero sí es necesario que hagamos obras de misericordia, única manera de saber si el ingreso de Jesús en nuestras casas o almas por la Eucaristía, da el fruto de santidad –como lo dio en Zaqueo- que Él espera.

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