lunes, 28 de octubre de 2019

“Vuestra casa se quedará vacía”




“Vuestra casa se quedará vacía” (Lc 13, 31-35). La tremenda profecía de Jesús es para los fariseos, los escribas y los doctores de la Ley, que lo rechazan a Él y a su mensaje de salvación y no sólo eso, sino que maquinan su asesinato por medio de la crucifixión. También está dirigida al Pueblo Elegido en general, porque será este pueblo el que, azuzado por sus dirigentes, se alegrará con su condena a muerte y contemplará con gozo su crucifixión. La pena para el deicidio que habrá de cometer el Pueblo Elegido –Jerusalén- es quedar con la “casa vacía”: Jesús está profetizando el fin del Templo y sus ritos cultuales, profecía que se mantiene hasta la actualidad. Sin embargo, esta tremenda profecía está dirigida también para todos los cristianos de todos los tiempos, porque también habrá cristianos que, aun bautizados y habiendo recibido la Comunión y Confirmación, harán apostasía, es decir, abandonarán a Cristo en pos de falsos dioses e ídolos paganos. Para estos tales, también está reservada la profecía: “Vuestra casa se quedará vacía”, siendo la casa vacía el alma sin la gracia de Dios.
“Vuestra casa se quedará vacía”. No hay peor desgracia para el alma que quedarse con la “casa vacía”, es decir, sin la gracia y sin la Presencia de Dios Uno y Trino. De nosotros depende el permanecer en gracia o elegir quedarnos, a causa del pecado, con la “casa vacía”, es decir, sin la Presencia de Dios Trinidad.

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